Khutba: la Paz

Khutba del viernes 9/2/2018

Alabanzas a Allāh, creador, el que inicia y el que crea las formas. La ṣalāt de Allāh y su salam sea sobre aquel que abre, sobre aquel que sella, sobre aquel que mantiene el absoluto valor, y sea sobre sus gentes, y sea sus compañeros en la excelencia hasta el día del juicio.

As-salām ‘alaykūm wa raḥmatullāh wa barakatuhu,

En nuestra khutba (sermón) de hoy hablaremos de la paz (salam). Estar en paz es uno de los objetivos de nuestra vida, porque así logramos un mundo mejor tanto aquí, en el dunya (el mundo material), como en el akhira (más allá).

El salam está presente en cada momento de nuestra vida. Saludamos a alguien y le deseamos la paz (as-salam ‘alaykum). Nos retiramos y decimos con paz (ma‘salam). Incluso el árabe, esta lengua tan sumamente mubarak, relaciona la paz (salam) con la salud (salama), el estar bien es estar en paz. Estar en salam es estar en consonancia con Allāh y su creación, cumplir con aquellos mandatos que ha dispuesto el qadr de Allāh sobre nosotros.

En el Corán la menciona – como el valor que atraviesa la realidad– pues hay pluralidad en la creación como explica Allāh t‘ala (Corán 49:13). Y debe ser dentro de esa multiplicidad de gentes donde hay que mantener y proteger la paz.

La paz, el salam, es el eje vertebral de la creación. Hablando en tono metafórico, la creación es como un árbol frutal. Y, en ese árbol frutal, la paz sería el recio tronco que sostiene a la creación y además estarían las ramas y los frutos. Si la paz sostiene al arbol también sostiene nuestras propias acciones, representadas por esas ramas, así como los resultados de nuestras acciones en esos frutos. Sin paz, sin el salam, no se soportarían ni las acciones ni los resultados, caerían antes de madurar por las debilidades del ego (nafs), que como un viento atacaría al árbol. Sin embargo, el salam se antepone a toda debilidad y una persona arraigada en la paz puede estar firme y recio como un gran árbol. Y su cosecha de frutos será más que esplendida, teniendo acceso no solo al jardín del más allá, sino a lo que Allāh ha marcado como maravilloso en este mundo.

Pidámosle a Allāh, con la sinceridad del corazón, que el salam nos mantenga firmes, que nos sostenga ante vientos del ego y que nos nutra con la savia de la salama (salud).

٭ ٭

En el islam la paz es la regla de oro y la guerra la última de las posibilidades. La paz es necesidad, obligación y justicia. Esa justicia (‘adl) es la que funda la paz, pues no hay paz sin que haya justicia. Nuestro din, nuestra creencia, nos pide justicia en cada acción, en cada pronunciamiento, en cada momento. Si tenemos esa justicia obtendremos inmediatamente la paz.

La guerra nunca trae paz, solo la justicia la trae. La discordia ensombrece a la paz y ciega nuestros ojos que se velan. No vemos, no sentimos, no estamos sanos. Para nosotros, buscar el salam es buscar el tesoro que Allah ha dispuesto. Una vez que lo encontramos, nuestro corazón se ensancha y puede vivir en plenitud, con la creación. Si no lo encontramos, vagaremos dolidos por la creación de Allāh llenos de ingratitud y ceguera, con la soberbia de creer que no hace falta sumisión en Él para estar pacificados.

Tan consustancialmente es la paz al islam, que siempre que hablamos de nuestro amado Mensajero (saws) pronunciamos «Que la ṣalat de Allāh y su salam (paz) sea sobre él». Y cuando pedimos sobre él, el más justo y pacificado de todos los enviados, Allāh ordena a sus ángeles devolver ese salam sobre nosotros. Mil bendiciones caen sobre nosotros como decía el sabio shaykh al-Suyuti y han repetido tantísimos maestros. Porque primer paso para obtener el ansiado salam es reconocer donde están las fuentes del salam, y, ciertamente, nuestro amado Profeta (saws) vino a la tierra para eso, para traernos paz.

Y no solo nuestro amado Muḥammad (saws), sino que el Corán nos menciona que todos sus profetas, todos los mensajeros son gente de paz y están pacificados. Allāh envía su paz en el Corán:

(108) y de esta forma le deja- mos como recuerdo para futuras generaciones:44 (109) “¡La paz sea con Abraham!”  (…) (119) y de esta forma les dejamos como recuerdo para futuras generaciones: (120) “¡La paz sea con Moisés y Aarón!” (…) (129) y de esta forma le dejamos como recuerdo para futuras generaciones: (130) “¡La paz sea con Elías y sus seguidores!” (Corán, 37: 108-109; 119-120; 129:130)

Estas aleyas del Corán nos muestran como el propio Allāh marca a sus profetas con la paz. Es un premio por sus actitudes, por sus frutos, por sus transmisiones. Por eso, la pazes uno de los signos de la profecia, que se transmite desde Adam (as) hasta nuestro amado el último Profeta (saws).

Y para concluir, no podemos olvidar que uno de los más bellos nombres de Allāh es Al-Salam (El pacificado). Allāh, en su inmensidad, pacificado y lleno de raḥma (misericordia) nos mira y nos transmita esta cualidad, que tan benéfica mejora todos los mundos.

Pedimos a Allāh subhana wa t‘ala que nos de paz y sabiduría para vivir con armonía, paz y amor  junto a nuestra familia, nuestra comunidad, nuestros hermanos y el resto de la humanidad. Aceptando nuestras responsabilidades y el mandato divino.

Pedimos Allāh paz para todos los pueblos que están en conflicto.

Pedimos a Allāh que, a través de su salam, incremente nuestro imān, limpie nuestros corazones y los llene de luz muhamadiyya.

Pedimos Allāh que perdone y otorgue paz a nuestros antepasados, a nosotros, a nuestros padres y a todos los creyentes.

Pedimos a Allāh que nos guie con salam en el ṣirāṭ al-mustaqīm (camino recto) y que Él acepte nuestra ‘ibada (adoración).

Dicho esto, pido a Allāh perdón y a todos. Que nuestras palabras estén bajo la obediencia a nuestro rabb, el señor de los mundos.

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