Alabanzas a Allāh, creador, el que inicia y el que crea las formas. La ṣalāt de Allāh y su salām sea sobre aquel que abre, sobre aquel que sella, sobre aquel que mantiene el absoluto valor, y sea sobre sus gentes, y sea sus compañeros en la excelencia hasta el día del juicio.

As-salām ‘alaykūm wa raḥmatullāh wa barakatuhu,

En la khutba (sermón) de hoy, hablaremos de la responsabilidad social y personal. Esta es la obligación moral que tenemos en nuestra existencia. Como musulmanes se nos exhorta a ser responsables, a cuidar lo que Allāh t‘ala nos ha dado, a responder por todos los bienes que tenemos. La responsabilidad es un factor primordial para nuestro crecimiento religioso, pero también para nuestro desarrollo social, cultural y personal.

En esta sociedad en la que vivimos tenemos que estar dispuestos a estar entregados a la creación y ser responsables en cada faceta de nuestra vida. Respetar la ley de Allāh y respetar las leyes pactadas por los hombres, las que dan nuestro marco vital. Es fundamental que por el bien común no violemos esa ley. Nuestra búsqueda es en pos de la armonía de la creación de Allāh, conjugando el visto (hadhir) y el no visto (ghayb). Esa armonía que debe manifestarse en cada faceta de nuestra vida, en cada instante, en cada estado de conciencia.

Dice Allāh t‘ala en la surat al-Isra‘:

(…) ¡Y cumplid todos los compromisos –pues, ciertamente, en el Día del Juicio habréis de dar cuenta de cada promesa que hayáis hecho! (34) Y dad la medida completa cuando midáis, y pesad con una balanza justa: esto será por vuestro propio bien, y lo mejor en definitiva (35). (Corán 17:34-35)

Este es el mandato con el que se nos exhorta a ser responsables, porque tendremos que dar cuenta de cada pacto contraído, de cada acción hecha. Es ahí donde está la protección del débil o la convivencia con el vecino, sea quien sea. La búsqueda de la excelencia es para nosotros un deber necesario. Y Allāh sabe más.

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En un ḥadīth, que fue relatado por Ubaydah bin Shamit, que lo relató de Ahmad de Ibn Abbas y de Malik a Yahya, dijo nuestro Profeta (saws): «No está permitido dañarte, ni dañar a otro» (Muwatta 36: 1435). La ḥikma —esa sabiduría que está en cada ḥadīth— es tan cristalina como el agua:  hay que buscar lo bueno y apartar lo malo. Pero también hay que proteger, con responsabilidad, lo nuestro y lo otro. Este es el reto en cada momento de nuestra vida la responsabilidad va desde una sonrisa al vecino hasta el ḥalāl, que es el vivir acorde a las normas que Allāh ha dictado: la sharī‘a.

La sharī‘a, las normas que emanan del Corán y la sunna (tradición) de nuestro Profeta, representa la responsabilidad con el mundo y la búsqueda de una armonía. Hay que pensarla y meditarla, pero lo holístico de su presencia es una maravilla que Allāh ha puesto para nosotros. Después de esa meditación llega el diálogo, y para ese diálogo necesitamos estar educados y tener cultura.

Esta es otra responsabilidad islámica no solo con nosotros mismos sino con la comunidad, con nuestros hijos. Una buena educación y una sólida formación garantiza el futuro de nuestro hijo y, al final, acaba evitando el desequilibro social a todos los niveles. El conocimiento es algo sagrado y algo liberador.

Al conocimiento hay que añadir tanto la bondad como la benevolencia hacia toda la creación. Esta responsabilidad, no material, a la alarga es la responsable de un cambio en el destino del ser humano y contribuyen a la tranquilidad, felicidad y abundancia  de  bendiciones (bāraka) de nosotros mismos y de todos los que nos rodean.

Dice Allāh t‘ala en el Corán:

(…) En verdad, Dios no cambia la condición de una gente mientras estos no se cambien a sí mismos; y cuando dispone una calamidad para una gente como consecuencia de sus malas acciones, no hay nadie capaz de evitarla: pues no tienen a nadie que pueda protegerles de Él. (Corán 13: 11)

Él, el más poderoso, el Qadir, nos invita a contemplar su mandato, a respetar a la naturaleza, a que cada uno responda según sus posibilidades con aquello que le corresponde, llegar a la excelencia. Así mismo Allāh nos dice: «Realmente, Dios consigue siempre Su propósito: y, en verdad, Dios ha asignado a cada cosa su plazo y su medida» (Corán 65:3), y es que ha fijado un destino para todas las cosas y da lo que corresponde. Allāh nunca carga a nadie con algo que no pueda llevar, aunque sea una recompensa, pero a la vez exige responsabilidad con lo dado. Así menciona ‘Alī (ra), el yerno y amado compañero de nuestro Profeta (saws):

«Un día estaba descansando a la sombra de una pared rota que parecía que iba a caerse. De repente, él se levantó y se fue a sentar a la sombra de otra pared. Le preguntaron: “¿Estás escapando de lo que te ha destinado Allāh?” Y él Dijo: “Estoy tomando refugio en el poder de Allāh de lo que Él me ha destinado (qadr)”. Significando con ello que estaba escapando de un destino hacia otro destino al sentarse y levantarse, pero ambos están sujetos al destino. Si la pared rota se cae sobre mí y me daño esto será predestinación, y si me alejo la zona de peligro y escapo de todo mal también será el destino».

Pedimos a Allāh subhana wa t‘ala que nos de criterio y sabiduría para vivir con armonía, paz y amor  junto a nuestra familia, nuestra comunidad, nuestros hermanos y el resto de la humanidad. Aceptando nuestras responsabilidades y el mandato divino.

Pedimos Allāh paz para todos los pueblos que están en conflicto.

Pedimos a Allāh que incremente nuestro imān, limpie nuestros corazones y los llene de luz muhamadiyya.

Pedimos Allāh que perdone a nuestros antepasados, a nosotros, a nuestros padres y a todos los creyentes.

Pedimos a Allāh que nos guie en el ṣirāṭ al-mustaqīm (camino recto) y que acepte nuestra ‘ibada (adoración).

Dicho esto, pido a Allāh perdón y a todos. Que nuestras palabras estén bajo la obediencia a nuestro rabb, el señor de los mundos.

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