Aqida at-Tahawia (5): Sin principio ni sin final

Presentamos la edición y traducción de la Aqida del Imam Tahawi realizada por Abderramán Mohamed Maanán y publicada en WebIslam.com durante 2013.

qadîmun bilâ btidâ* dâimun bila ntihâ*

Antiguo, sin principio; Eterno, sin final…

Allah no es descriptible: las palabras son insuficientes. Pero hay que utilizarlas para iluminar nuestro mundo, construido sobre conceptos. Pero hay que hacerlo con delicadeza (adab) para evitar efectos distorsionadores. Por ello se aconseja atenerse a las expresiones de los profetas. El Corán dice: “Tu Señor -el Señor del Amor Propio- está muy por encima de las descripciones (que hacen de Él los hombres). ¡Paz a los profetas y alabanzas a Allah, Señor de los Mundos!”. Con esto, Allah se declara al margen de lo que digan los seres humanos, y sólo acepta los términos que Él ha revelado a sus mensajeros, que son palabras de paz para los corazones y sendas hacia Él. En las enseñanzas de los profetas no hay pretensiones especulativas sino pistas para los sinceros. En ellas hay claves para los que se purifican, no para los que buscan entretenerse y satisfacer simplemente su curiosidad o su vanagloria. Por ello, es importante limitarse a esas revelaciones que van dirigidas a la Fitra, a la naturaleza primordial del ser humano, a la espontaneidad de su corazón, donde encuentra correspondencias a un nivel mucho más profundo e iluminador que el que permite la satisfacción en los juegos de palabras.

Allah no tiene principio (ibtidâ) ni final (intihâ). Es Antiguo (Qadîm) sin orígenes, y es Eterno y Permanente (Dâim), absolutamente Constante, sin interrupción, sin variación y sin final. Para esa Incógnita que nos precede y nos sigue cuando morimos -cada uno de nosotros y la existencia en su conjunto- no hay tiempo: el tiempo es nuestro límite, pero para Él no hay condiciones. Allah es el Creador del tiempo. El Corán nos dice: “Él es el Primero y el Último”. El tiempo está inserto en la Verdad, pero no la contiene. El Profeta (s.a.s.) dijo: “Allah: Tú eres el Primero y no hay nada antes de ti, y Tú eres el Último y no hay nada después de ti”.

Éstas son intuiciones del corazón en consonancia con las palabras de los profetas que invitan al ser humano a despojar de límites esa Verdad y sumergirse en sus connotaciones, saboreando ese Poder anterior a todo lo que existe, que soporta cada instante de lo que existe, que transciende todo lo que existe, que permance cuando nuestro mundo se esfuma en su precariedad.

El No-Principio y el No-Fin son palabras para designar la perplejidad que sobrecoje al ser humano cuando reflexiona sobre las dimensiones del Ser y encuentra que el encadenamiento y la sucesión de todo lo creado alcanzan un límite, en sus orígenes y en su final, que tiene en ambos extremos el infinito de un Abismo Irrepresentable. En esa conclusión descubre que su existencia y la del universo es un instante en medio de un Océano que supera lo que puede concebir. Entonces Allah se le presenta llenando esa Eternidad en la que estamos instalados. Eso que es Infinito es el soporte de nuestro momento efímero. Y entonces la razón empieza a dar vueltas en torno a ese Eje inconcebible y da fe de esa grandeza presentida en lo hondo de su meditación.

lâ yafnà wa lâ yabîd*

no se extingue ni tiene ocaso…

Con esta precisión, el autor de la ‘Aqîda quiere subrayar el carácter eterno de Allah: Él no muere, mientras que todo lo que existe acaba aniquilado. La muerte es creación suya, y no está por encima de Él. Al contrario, Él tiene absoluto dominio sobre ella. El Corán dice: “Todo lo que hay sobre la tierra es transitorio y se desvanece, y sólo permanece inalterable la Faz de tu Señor, el Poseedor de la Majestad y la Nobleza”. Allah es el Uno-Eterno, el Abismo Infinito, y está fuera del tiempo, absolutamente incondicionado. Allah no es afectado por ninguna aniquilación ni es exterminado por nada. Todo esto hace nacer en nosotros el desconcierto ante la Verdad en la que exisitimos y a la que nos estamos asomando.