Doctor Mansur: In memoriam

Mansur Escudero dando una khutba en los años 80.

Mañana, día 3 de octubre, hará diez años que emprendió un largo viaje el Doctor Mansur Escudero, quizás el personaje más importante del islam en nuestro país durante el pasado siglo XX y la primera década del XXI. Inconformista, rebelde, crítico, místico y afable, el Doctor Mansur fue la persona que dio forma al renacimiento del islam espiritual en España. Una realidad cercana, autóctona que nos ayudó a muchos a encontrarnos.

Yo no llegué a conocerlo en persona, si bien lo había visto en prensa y en televisión. Por aquel entonces, en mis años de Universidad, me generaba una extrañeza y curiosidad: ¿Cómo un psiquiatra malagueño se había hecho musulmán? Aún estaba lejos de aceptar el dīn que después se revelaría en mi vida, pero me sorprendió la parsimonia en las palabras de mi paisano y la paz que se engarzaban en ellas. Pocos años después acabé haciendo la shahada en su hogar, Dār al-Salām (la casa de la paz), un nublado día de mayo. Aquel día su baraka, esa energía sutil y benéfica que a veces percibimos, estaba aún allí.

Como islamólogo e historiador he estudiado la figura de Mansur y en los próximos meses aparecerán dos publicaciones. Una sobre el islam y la contracultura, en la prestigiosa editorial Abada, donde el tiene un rol fundamental en ese transito desde la contracultura del posfranquismo hasta la normalización del hecho religioso. La otra sobre el sufismo en la Europa latina para Brill, una de las mejores editoriales de Europa, y donde me he esmerado en presentarlo como una pieza clave en el liderazgo del islam europeo y, en particular, en el sufismo. En ambas el peso histórico de Mansur en el islam europeo es notorio y clave, su carisma atrajo a personas diversas, fomentó discusiones intelectuales y alentó la búsqueda de una identidad propia en la práctica islámica europea. Honestidad profunda frente al populismo islámico imperante en algunos centros culturales islámicos.

Mansur era el hijo de la contracultura. Psiquiatra de profesión, representaba a la última estirpe de los médicos humanistas que miraban al absoluto con una sonrisa en vez de la estadística. Sabía que la clave estaba en una mirada holística, completa del mundo en la que el ser humano estaba inserto en un juego cósmico. Por lo que se de él —y me han contado sus allegados y familia— le gustaba jugar a ese juego cósmico donde Allāh nunca defrauda. Y así abría las puertas a comprender lo que otros ni querían ni les interesaba: la plenitud del ser humano.

El islam le llegó como un designio, pues a punto de irse a la India para buscar la sabiduría recapacitó en el último momento y vio que el islam era el Oriente de un español. Un islam olvidado incluso de la contracultura y presentado de forma museística por su gran divulgador Luis Racionero. Pero Mansur, hábil como pocos, la encontró aquí entre Granada, Córdoba y el Magreb. El islam era lo que siempre hemos sido, capaces de dar luz a corazones endurecidos y ennegrecidos por una Modernidad mecánica y asfixiante.

Es eso, y por carisma también, lo que le hacía conectar con una silsila (cadena iniciática) de grandes médicos y humanistas como Ibn Rushd o Maimónides que se veían seres humanos antes que profesionales, y ese ser ser humano incluía ser-para-con-lo-divino. Un sometimiento, una generosidad, una conciencia de lo absoluto que les hacía casi chamanes —como lo fue Pitágoras— en donde vivir era comprender que había un equilibrio entre lo humano y lo divino. Así me lo han reconocido maestros africanos y asiáticos tradicionales cuando hablaban de Doctor Mansur. De esa forma, llegó la medicina china, los encuentros con chamanes, monjes budistas o el amparo a la creación del pensamiento neo-andalusí.

Y por eso, defendió la libertad de ser, de pensar, de tener una conciencia en qibla hacia la verdad. ¿Qué verdad? Aquella que trasciende nombres y fronteras. Por eso, antes de ser musulmán luchó contra el franquismo. Por eso, rompió preventivamente con una comunidad que cuestionaba la libertad del individuo. Por eso, él lucho para normalizar el islam en nuestro país, quinientos años después de que fuera criminalizado y expulsado produciendo una inexorable herida en nuestra frágil memoria.

Es esto último lo que combatió Mansur Escudero toda su vida con una sencilla receta: normalización. La lucha ¿política? del Dr. Mansur fue normalizar el islam, contribuir a la libertad de conciencia, a ser libres para vivir mirando al absoluto. Parece una nimiedad, pero no lo es. O no lo es para alguien como yo quien disfruta de los avances de esta normalización. Y así, como Secretario General de la Comisión Islámica de España lideró la redacción y aprobación de los Acuerdos de 1992, consiguió la aprobación de los curriculos la asignatura de Educación Religiosa Islámica en 1996, restauró la memoria morisca e impulsó diferentes iniciativas de diálogo intercultural e interreligioso. Un buscar memoria y libertad.

La lucha espiritual de Mansur fue, en vez de buscar la normalización, desnormalizar el islam para que muchos extraños se pudieran adaptar a él, disfrutarlo, enriquecerse y hasta sanarse. Y como en el islam no existe la ortodoxia bien valió sanando almas como hizo, por ejemplo, al-Fūtī Tāl siglos atrás. Sanar almas fue el gran trabajo que cambió su vida y nos cambió a muchos. Y aunque a penas escribiese un par de textos —Mansur ayudó a que muchos otros escribieran y publicaran— su obra está escrita en la herencia y la historia de la comunidad neo-andalusí.

Junta Islámica ha liderado, desde hace más de treinta años, la necesidad de (re) encontrar esa identidad islamo-española. En un primer momento, Mansur tuvo una gran ayuda para esta misión de sus esposas Sabora Uribe y Kamila Toby, de Abdennur Coca, Abdelmumin Aya y, sobre todo, de Hashim Cabrera. Hace diez años nos tocó rehacer el camino sin Mansur, renovando liderazgos. Primero Abdelkarim Carrasco (que descanse en paz y Allāh le otorgue el jardín), posteriormente Isabel Romero que es una gran heredera del método y el camino que indicaba Mansur. A día de hoy, y a pesar de lo que algunos nostálgicos pudieren pensar, seguimos en esa línea y lo testimonian el medio centenar de iniciativas que hemos impulsado y liderado. Desde conferencias y congresos hasta consolidar un instrumento envidiable para la normalización de los derechos de los musulmanes españoles: el Instituto Halal. Situado entre las cinco certificadoras más importante del mundo islámico, esta institución es un proyecto en el que Mansur creyó firmemente desde su creación.

Y seguiremos porque queremos ayudar a implementar, y honrar, esa visión holística que Mansur defendía. Un camino lleno de baches pero que se sortean con paciencia y entrega, la misma que él tenía. Y es que su ejemplo sigue tan presente como el primer día: facilitarnos una vía hacia la liberación, hacia Allah, el altísimo.

Antonio de Diego es Vicepresidente de Junta Islámica, editor de VerIslam.com y Profesor de Filosofía en la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla).