Ilhan Omar y el Coran de Jefferson

Hace tres días Ilhan Omar juraba en el Congreso de los Estados Unidos ante la presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, su mandato de cuatro años como congresista por el estado de Minesota. Sería un juramento más, entre todos los que se están haciendo estos días, de no ser porque la congresista Omar es una joven mujer musulmana, de origen somalí y refugiada, y que, además, lleva un hijab.

La gente que conoce a Estados Unidos desde la propaganda seguramente verá un hecho imposible que una musulmana de origen somalí haya sido elegida como congresista, sin embargo uno de los pilares básicos del país es la libertad de creencias. Estados Unidos sigue siendo el país de la libertad personal, el país donde todo es posible. El sueño americano sigue muy vivo y alguien como la congresista Ilhan Omar es su mejor ejemplo. Rompiendo barreras, yendo hacia una sociedad más inclusiva.

El sueño americano existe y se llama Ilhan Omar

Omar llegó a Estados Unidos como refugiada en 1995, cuando ella tenía trece años, huyendo de los conflictos acaecidos en Somalia. Omar se convirtió en su nuevo país en una adolescente modelo mientras estudiaba hacía de voluntaria y su familia le inculcó el valor de la democracia. Completó su educación como politóloga e internacionalista en la North Dakota State University.

Su vocación política, desde sus inicios hasta estos últimos comicios, siempre ha estado unida al servicio comunitario y a luchar por los más desfavorecidos, algo muy en consonancia con los verdaderos valores del Islam. Una búsqueda de una justicia social y de un progreso tan necesario en nuestros días.

Un Islam que, aunque no se crea, forma parte del legado cultural de Estados Unidos, más allá de las vociferaciones de LewisHuntington y afines…

Jefferson, el Corán y el islam

Curiosamente, en su juramento había otro elemento que no se aprecia fácilmente pero que tiene mucho valor simbólico para el derecho a la libertad religiosa de USA: El Corán de Thomas Jefferson. Los cuatro congresistas musulmanes que Estados Unidos ha tenido han jurado sobre él.

Thomas Jefferson (1734-1826), tercer Presidente de los Estados Unidos, fue el responsable de que, prácticamente, desde su fundación en Estados Unidos haya libertad de religión en la Constitución americana. Y esto lo consiguió gracias a un Corán.

El Corán de Thomas Jefferson

Este era un Corán bilingüe que le enviaron desde Inglaterra en la traducción de Georg Sale, y tomando la idea del traductor Jefferson se dispuso a descodificar el Corán como un libro social, como un libro legal. Una interpretación muy interesante para un ilustrado que no profesaba la religión.

Así, plena batalla ilustrada por la legitimidad del islam, Jefferson prefirió obviar al islamófobo Voltaire para tomar las ideas sobre libertad de religión del filósofo británico John Locke, que decía:

“Ni pagano, ni musulmán, ni judía deben ser excluidos de los derechos Civiles de la Commowealth por su religión”. (Locke cit. por Jefferson)

Esta idea junto con sus propias convicciones religiosas, Jefferson era unitario y no era partidario de un estado confesional, le acompañaría a lo largo de su vida y lo plasmaría en su obra Coercion in Religion . Así, Jefferson como Secretario de Estado buscaría a su primer aliado, y el primer país que reconoció a Estados Unidos, en el mundo islámico en el Marruecos de Mulay Sulayman, y aprendería mucho más sobre el Islam del embajador tunecino que le visitó en 1806 siendo ya Presidente de los Estados Unidos.

La tierra de libertad… de religión

El islam fue, indirectamente y a través de un truco legal de Jefferson, el responsable de una de las primeras implementaciones del derecho a libertad de religión de la historia. Con ello se cuestionaban las políticas que hasta entonces habían imperado en la Europa del Antiguo Régimen.

En plena batalla legal sobre la Constitución de 1787, mientras algunos padres fundadores intentaban imponer prácticas religiosas e ideologías del Viejo Mundo (protestantes y católicas principalmente), Jefferson encontró el camino para hacer algo nuevo. Un nuevo juramento ante un Dios sin nombre que valiese para cualquier ciudadano que quisiera acceder a los cargos ejecutivos de la nación.

Y así ante el congreso expuso una frase lapidaria: ¿Y si un musulmán quisiera ser Presidente de los Estados Unidos de América? ¿No podría jurar por algo superior principio de todo? Y así, en este debate, gracias al islam, se construyó la Primera Enmienda de la Constitución Americana que dice así:

“El Congreso no podrá hacer ninguna ley con respecto al establecimiento de la religión, ni prohibiendo la libre práctica de la misma; ni limitando la libertad de expresión, ni de prensa; ni el derecho a la asamblea pacífica de las personas, ni de solicitar al gobierno una compensación de agravios”. (Primera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos)

In God is our trust

Este lema, de sobra conocido pues aparece en el himno y en los dólares, es el reflejo de Estados Unidos. Un país en el que la libertad religiosa llega a su quintaesencia, sin coartar a nadie como en Francia y sin trucos como en otros países latinos donde la Iglesia se esconde bajo un manto de aconfesionalidad.

“In God is our trust” es un lema que representa la idea que más allá de un nombre concreto de Dios, existe una fuerza que une y empuja a los ciudadanos hacia un destino conjunto de valores civiles y sociales hacia un progreso mejor. Por eso, en Estados Unidos se puede practicar la religión con total libertad, con plenitud y el espacio público lo reconoce y lo respeta. Es un principio sagrado que, aunque algunos intentan cuestionar, iría contra el mismo concepto de la Primera Enmienda. La obra, y la artimañana, de Jefferson sigue vigente ahora mas que nunca.

La misma comunidad musulmana estadounidense, en aumento progresivo, goza de un interesante estatus con amplia presencia en la sociedad civil, en la política, en la educación, en los negocios.

Y por eso, el gesto de Ilhan Omar jurando sobre el Corán de Jefferson representa tanto. Ante un mundo de postverdades, de fake news y de nacional populistas, ese juramento ha recordado y reforzado los valores del mundo libre y democrático.

Un mundo en el que lo que realmente importa es la democracia, la vocación de servir y la justicia, los mismos valores que proclama el islam desde el Corán y la Sunnah. Al fin y al cabo, es hacer grande al ser humano sea cual sea su origen, su sexo, su religión o su raza, otorgando la libertad.