En estas segundas Jornadas Interreligiosas “Espíritu de Córdoba” en el Palacio de Congresos de Córdoba, tras haber convivido fraternalmente con católicos, evangélicos y judíos desde Junta Islámica queremos concluir a partir de todo lo que se ha dicho:
Constatamos que existe una profunda espiritualidad en las nuevas generaciones, más allá del tópico común, una búsqueda de Dios y Su misterio, de Su voluntad, construyendo una nueva cultura de la fe. La escucha colectiva nos muestra los espacios comunes donde nos acercamos a Dios, una nueva posición del ser humano renovado, un camino distinto, pero con elementos e inquietudes comunes. Hay un compartir de experiencias como la oscuridad, la duda, el gozo y la compañía amorosa de Dios que alienta en el camino. La necesidad de la oración, del silencio y la comunidad.
Esta experiencia no puede existir sin solidaridad. Nuestros jóvenes se sienten impulsados por su fe a mirar al prójimo y hacerle objeto de su amor. Es por el amor inagotable que reciben de Dios que han decidido dedicarse a ayudar a los demás, especialmente a los más desfavorecidos, desprotegidos y con más necesidad de distintas formas y a través de diversas iniciativas que han compartido en esta jornada con todos nosotros. Los jóvenes expresan que su vivencia con su fe los lleva necesariamente a la solidaridad con el otro, así como al respeto de su individualidad.
Esa vivencia de amor se plasma de una forma especial en el amor conyugal y familiar. En tiempos de materialismo y algoritmos, existe un amor profundo e incondicional, no solo bendecido por Dios, sino que te lleva a Él. Contemplamos una concepción común de amor conyugal en nuestras confesiones. Amar y ser amado como meta más alta: ¿Seriamos capaces de sacrificar lo que haga falta por alcanzar este tesoro? Nuestros jóvenes nos enseñan a construir familia y futuro.
El amor también nos lleva a compartir, a testimoniar nuestra fe, nuestro interior. El que testimonia debe ser consciente de que no es ni el juez ni el controlador de la relación con Dios, sino un puente, un signo vivo. Nuestros jóvenes comparten con libertad el mensaje, pero sin dejar de testimoniar porque sería faltar al regalo recibido. Hemos de mostrar lo que somos y creemos dejando al otro la libertad de decidir. Cuando parece que estamos perdidos o virtualizados lo mejor es volver a abrir la puerta, a mirarse a los ojos y pensar. Volver al encuentro personal y a la palabra.
Y también a creer en la tecnología como herramienta para construir, pero siempre teniendo presente la mirada del otro. Que nunca nos olvidemos de la importancia y del misterio que supone nuestra fe y de lo gratificante que es el encuentro fraternal. Nuestros jóvenes nos han dado una lección para poder seguir mejorando como creyentes, como ciudadanos y como personas.
En Córdoba a 15 de febrero de 2023
La Junta Directiva de Junta Islámica