«En Malasia no nos centramos en las diferencias, sino que las celebramos»

El responsable de negocios de la Embajada malasia en España, Farhan Areffin, asiste en Córdoba a las IV Jornadas Interreligiosas celebradas el 11 de febrero en el Palacio de Congresos

Farhan Areffin, responsable de negocios de la Embajada malasia en España
Farhan Areffin, responsable de negocios de la Embajada malasia en España

Con algo más de 32 millones de habitantes, Malasia se ha convertido en una de las economías emergentes de Asia y el mundo islámico. Se trata de un país interétnico y multirreligioso, poblado por malayos (63%), chinos (24%), indios (8%) y otras comunidades minoritarias. El islam es la religión mayoritaria (63%), seguida del budismo (19%), el cristianismo (9%) y el hinduismo (6%). La Constitución consagra la libertad de culto. Las relaciones interreligiosas representan, por tanto, un pilar fundamental del sistema político y social del país.

Al frente de la embajada malasia en Madrid, se encuentra Farhan Areffin, en condición de responsable de negocios. A punto de cumplir dos años en España, el joven diplomático trabajó anteriormente en el Ministerio de Asuntos Exteriores malasio y en la legación de su país en Ghana. El pasado 11 de febrero se desplazó a Córdoba para asistir a las IV Jornadas Interreligiosas organizadas por cuarto año consecutivo en el Palacio de Congresos por las comunidades católica, musulmana, protestante y judía. Aprovechamos el receso del café para conversar sobre diversidad, tolerancia y cultura de paz. El ejemplo malasio puede ser un referente útil para enmarcar un debate decisivo de nuestro tiempo.

PREGUNTA: Lleva casi dos años en España. ¿Cuál es su impresión?

RESPUESTA: Me gusta mucho España. Es un país con innumerables oportunidades. He visitado bastantes ciudades de España y esta es mi segunda visita a Córdoba. El mes próximo vendré otra vez junto a una delegación comercial de mi país. Me gusta todo de España: la cocina y los lugares para visitar. Para mí, supone una gran experiencia a nivel personal y como diplomático.

P: España no ha sido su primer destino.

R: Es mi segundo destino como diplomático. Primero estuve en Ghana entre 2016 y 2020.

P. ¿Ha encontrado muchas diferencias?

R: Absolutamente. Hay muchas diferencias. Algo que pude apreciar es que hay muchas similitudes en cuestión religiosa. Cuando piensas en la religión, entiendes que las creencias intentan promocionar cosas buenas y actitudes positivas. En Ghana, por ejemplo, la religión principal es el cristianismo y la segunda mayor es el islam. Y allí también promueven el diálogo interreligioso entre ambas. Lo mismo ocurre en Malasia y también aquí en España. Aunque lo hacen de forma distinta, el objetivo es el mismo.

P: Malasia es un país multirreligioso. Según datos oficiales, el 63% de la población es musulmana, el 19% es budista y el 9% cristiana. ¿Cómo es la relación entre las diferentes comunidades religiosas?

R: Es muy buena. Malasia es un país muy diverso en términos de religión y cultura, y compartimos muchas similitudes. No nos centramos en las diferencias, sino que las celebramos.

P: ¿Las comunidades religiosas viven en Malasia en espacios aparte?

R: Las relaciones son fluidas. La mayoría de mis vecinos, por ejemplo, no son musulmanes. No hay segregación, sino que todos vivimos mezclados. Una de las cosas en las que se manifiesta la diversidad es que Malasia celebra todos los festivos de todas las religiones del país. Navidad es un festivo nacional y el Año Chino también es un festivo nacional.

P: ¿Son festividades nacionales para todas las comunidades o solamente para cada una de ellas?

R: Para todo el país. Durante la fiesta de fin de Ramadán invitamos a nuestros amigos chinos o hindúes para que lo festejen con nosotros. Lo mismo ocurre con las otras festividades. La Constitución de Malasia protege la libertad religiosa. En el presupuesto anual tenemos una partida bastante grande que va destinada a las diferentes confesiones.

P: ¿Y todas las religiones son iguales ante la ley?

R: Sí. Ninguna está por encima de la ley. Los musulmanes podemos seguir la sharia o ley islámica, pero no la aplicamos a otras personas que no sean musulmanas. El resto de las confesiones siguen la Constitución que contiene las leyes civiles.

P: La religión oficial en Malasia es el islam. ¿Esto conlleva una situación de supremacía o de privilegio dentro del ordenamiento jurídico y legislativo del país?

R: El islam es la religión oficial puesto que el mayor porcentaje de la población son musulmanes, pero hay oportunidades de desarrollo para todas las demás religiones. Aunque el 63% de la población es musulmana, la mayoría de de la economía está controlada por la comunidad china. En Malasia hay igualdad de oportunidades. Es un país libre. Si eres una persona inteligente, trabajas tu talento y aprovechas las oportunidades, puedes tener mucho éxito.

P: Resulta llamativo que la actividad económica se concentre mayoritariamente en un grupo religioso concreto.

R: No debe extrañar. En las grandes empresas y en el sector público, sin embargo, la mayoría de los empleados son musulmanes.

P: ¿Se trata de un requisito legal?

R: No es un requisito legal. Cuando tienes una empresa grande, normalmente el 60% de los empleados van a ser musulmanes. Es una cuestión puramente estadística. Y no es una cuestión religiosa sino más bien cultural. Los chinos son una comunidad muy vinculada a los negocios. Prefieren ser emprendedores y crear sus propias empresas antes que trabajar para otras personas. Los malayos, en cambio, prefieren trabajar para otras personas, lo que ha permitido que el colectivo chino tenga más control sobre los negocios.

 

«Nuestro país se centra en los aspectos positivos de la diversidad religiosa y se preocupa por entender la religión del otro y que el otro entienda la nuestra.»

 

P: ¿Y el hecho de que el poder económico se concentre en una comunidad ha creado tensiones interétnicas?

R: No. Para nada. El islam nos enseña un equilibrio entre el mundo de ahora y el mundo que vendrá después de la muerte. En el espíritu malasio se trabaja mucho este equilibrio entre la vida material y la vida del más allá. El resto de comunidades tienen un enfoque y una educación diferente en cuanto a la importancia de lo material en la vida. Cada grupo se comporta diferente y eso nos permite tener cierto equilibrio.

P: ¿Usted cree que la diversidad religiosa es un valor humano positivo para las sociedades?

R: Absolutamente. Lo practicamos en Malasia a diario. Nuestro lema es: «No nos fijamos en las diferencias, celebramos las diferencias».

P: ¿Cree en el diálogo interreligioso como instrumento de entendimiento entre los pueblos?

R: Sí. El diálogo interreligioso es muy importante. De hecho, nuestro Gobierno lo promueve y programa muchos eventos dedicados a ello. Nuestro país se centra en los aspectos positivos de la diversidad religiosa y se preocupa por entender la religión del otro y que el otro entienda la nuestra.

P: ¿En Malasia hay grupos integristas con una visión más intolerante de su propia religión?

R: En todos los países puede haber este tipo de desafíos. En el pasado hemos tenido este problema, aunque en la última década lo hemos logrado reducir. Pero en nuestra estrategia para combatir el integrismo, en lugar de castigar, preferimos educar. Por ejemplo, hace 20 años tuvimos un grupo terrorista. Logramos capturarlo y, en vez de encerrarlos en la cárcel sin hacer nada, creamos un programa especial para neutralizarlos en términos ideológicos y reeducarlos.

P: ¿Qué opina sobre estas Jornadas Interreligiosas como las que estamos celebrando hoy aquí en Córdoba?

R: Me gustó mucho que la Junta Islámica nos invitara a asistir y no dudamos ni un segundo en aceptar venir a Córdoba. Para Malasia, actos como este están en un lugar importante de la agenda política y social. Queríamos ver cómo se enfoca aquí la cuestión para aprovechar sus enseñanzas. Debo decir que he encontrado novedades y un enfoque distinto al que Malasia le da a las relaciones interreligiosas. Malasia es un país de diversidad racial y religiosa y, por tanto, hay muchas diferencias. Lo que hemos visto aquí hoy es que el tema programado se centra en preocupaciones de tipo social. En Malasia, en cambio, focalizaríamos en algo mucho más amplio y no iríamos a un tema tan específico. Nos centraríamos, por ejemplo, en trabajar el diseño de políticas interreligiosas y en cómo mejorar la comprensión mutua.

P: ¿Qué se sabe en Malasia de Al Andalus?

R: Lo primero que aparece cuando hablamos de Andalucía es siempre el turismo, especialmente en relación a la comunidad musulmana, porque en Malasia conocemos la historia de la civilización islámica aquí en la Península ibérica. Ese es un atractivo para muchos turistas malasios que vienen a visitar España. De hecho, estamos más que felices de anunciar que, a lo largo de los años, y especialmente después del Covid, la tendencia de visitantes de Malasia a esta parte de España ha ido en constante aumento.

P: Córdoba ha sido símbolo universal del encuentro entre culturas en el periodo medieval de Al Andalus. ¿Usted cree que este tipo de símbolos son útiles para el mundo contemporáneo de hoy?

R: Sí. Es importante que existan iconos como Córdoba. Su función simbólica está todavía vigente hoy en el sentido de que aquí seguimos viendo a personas de diferentes religiones que conviven de forma normal y sin conflictos. Debemos de aprender de la historia. Y el de Córdoba es un ejemplo que permanece y puede servir de inspiración para evitar conflictos como los que ahora vivimos en Oriente Próximo y en Ucrania. Lo que hace España siempre es poner la idea de la paz encima de la mesa. Esto visibiliza el «espíritu de España», que es un país conciliador donde el diálogo interreligioso tiene un peso específico para intentar detener los conflictos mediante el encuentro.

 

«España siempre es poner la idea de la paz encima de la mesa. Esto visibiliza el «espíritu de España», que es un país conciliador donde el diálogo interreligioso tiene un peso específico para intentar detener los conflictos mediante el encuentro.»

 

P: ¿Cómo evalúa la situación del mundo de hoy en términos de diversidad religiosa y diálogo intercultural?

R: Por desgracia, vivimos un momento en el que el conflicto y el odio están ocupando el escenario. El mundo sería un lugar mejor si tuviéramos este tipo de tolerancia, ya sea en términos culturales o religiosos. Si no hay tolerancia entre religiones y culturas, los conflictos se sucederán porque no entenderemos la sensibilidad de la otra parte. La no comprensión del otro es la raíz de la intolerancia. Los conflictos estallan por la falta de entendimiento entre culturas.

P: ¿Qué más podrían hacer los gobiernos para abrir vías de diálogo y entendimiento?

R: A nivel general, este foro de Córdoba es un buen ejemplo. Aquí hay un público, unos ponentes y un lugar para compartir ideas. El papel de los gobiernos podría ser amplificar la dimensión de eventos como este tanto en ponentes como en participantes. Algo en lo que a la embajada de Malasia le gustaría obviamente participar.