Khutba de Eid al-Fitr 2019

 

Las alabanzas más excelsas son para Allāh, el altísimo, el creador, quien inicia y quien moldea las formas de lo visible y lo invisible. La ṣalāt de Allāh y su salām sea sobre aquel que abre, sobre aquel que sella, sobre aquel que mantiene el absoluto valor y es digno de alabanza; sea, igualmente, sobre sus gentes y sobre sus compañeros en la excelencia hasta el día del juicio.

 As-salām ‘alaykūm wa raḥmatullāh wa barakatuhu,

Toda alabanza que puedan pronunciar nuestras bocas sea para Allāh, Señor de los Mundos, en este primer día de Shawwal, con el que concluye el bendito mes de Ramadán. La luna ha vuelto a nacer en el cielo y nos regocijamos por estar purificados doblemente, la primera por el ayuno y la segunda por el agua antes de unirnos en tan gozosa congregación. Pues esta es la que da sentido a vivir con plenitud nuestro islam, compartiendo, disintiendo, haciendo que lo múltiple se torne uno.

Que encontremos sentido a unirnos más allá de opiniones y visiones parciales es algo que aprendemos durante el Ramadán. En las largas horas de ayuno, en las sesiones de tarawih, ante el Corán en nuestra habitación, en los dars (clases) y en los majlīs (encuentros) o preparando la mesa a la hora del Iftar. Hoy, purificados, damos gracias a Allāh por poder experimentar todo esto. Porque esto nos hacen incrementar nuestro islam y nuestro imán (creencia) y nos pone en la vía del iḥsān (la excelencia). Ramadán es el mes del viaje interior, como Dhū l-ḥijja, es el mes del viaje exterior hacia la Meca.

Hemos viajado en este mes a través de la misericordia, el perdón y la salvación. Hemos sido salvados y aquí estamos celebrándolo. Somos privilegiados de poder vivirlo con conciencia y de compartirlo con otros. Y hoy, que volvemos a comer mientras el sol se alza sobre nuestras cabezas, tenemos que dar las gracias. Y, a la vez, pedir que de Allāh cubra con su ghafara cualquiera de nuestras faltas.

Quiso Allāh, el altísimo, que hayamos superado el ayuno con el hambre y la sed, con las pruebas de nuestra débil razón (‘aql) y con un corazón engrandecidos. Estas bendiciones son las que nos permiten sobrevivir en un mundo complejo, lleno de sombra y aristas, llegando más allá de lo que nosotros mismos podemos imaginar. El extraño piensa que el hambre y la sed es duro, pero más duro es vivir en un mundo donde el corazón siente dolor cuando se dirige a la creación y ve el olvido (ghafla) del que muchos seres humanos participan. Pero para nosotros no es así, llegamos mucho más lejos. Ramadán es una advertencia de que la aparente fragilidad es fortaleza, y que sobrevivimos a lo que otros llaman dificultad.

Y eso, con gran alegría es lo que celebramos hoy: nuestra fuerza, nuestra conciencia e, igualmente, la cercanía a la debilidad. Y es la raḥma (misericordia) la que en momentos de flaqueza nos levanta sabiendo que Allāh, todopoderoso, es nuestro sostén y que no vamos a caer pues la luz (nūr) de su Mensajero ﷺ nos ilumina el camino.

Demos gracias por esta situación pues queridos hermanos y hermanas no es fácil sentir algo parecido. La existencia es un espejismo muy real, pero la luz del Profeta ﷺnos ayuda a sobrellevarlo. Esa luz que hace que tengamos fuerza en el corazón (lubb) cuando en nuestro cuerpo físico flaquean las fuerzas.

Rompemos el ayuno, pero no lo olvidamos. Pues recordamos que el hambre y la sed nos han alimentado el corazón durante una luna. Hemos borrado los significados de riqueza y pobreza. Y Allāh ha encadenado al Shaytan por un mes. Libres de su susurro hemos sido más poderosos. El dhikr surge hoy de nuestras bocas y la baraka inunda nuestra comunidad. Pues otra nueva luna ha nacido y la voluntad de Allāh, el altísimo, se ha hecho como estaba escrito.

***

Seguimos el ejemplo de nuestro amado Mensajero ﷺ y vivimos este Eid al-Fitr en comunidad. Así, nos protegemos de un Shaytan liberado que vuelve al mundo. Pero poco puede hacer cuando el Corán, que se reveló en los días anteriores, es recitado. Nuestra arma es el dhikr y sobre todo la conciencia (taqwa) de estar amparados por Allāh. Nada hay que escape de su poder.

Y como, ya hemos dicho, todo esto se fundamenta en la comunidad no podemos olvidar de nuestros hermanos que más lo necesitan. Por eso, en este tiempo pagamos nuestro zakaty nuestro zakat al-fitr. La fiesta del Eid implica necesariamente raḥma (misericordia) con quienes más lo necesitan, por ello la ruptura del ayuno es una acción de gracias, pero, igualmente, un ponerse en acción ante nuestro mundo.

El zakat al-fitr, esa redistribución de nuestra riqueza que damos antes de la oración de Eid, otorga la posibilidad de dar a los que menos tienen una festividad plena, un regocijarse sin preocupaciones en un día tan especial como hoy. La sunna original era dar el 2,5% de los excedentes de alimentos, con un gran valor simbólico. Se daba vida y se evitaba que ese alimento excedente se echase a perder o se convirtiese en un producto de especulación. Hoy son unos 10€ por persona, pero más allá del dinero, deberíamos pensar en ese simbolismo, en la justicia que supone que el excedente de alimentos nuestros no se eche a perder y podamos compartirlo con quienes más lo necesitan en la comunidad.

Pero no nos engañemos, lo importante no es celebrar el día de hoy con banquetes y grandes fiestas, sino celebrarlo con felicidad, amor y de corazón. Con los que queremos, dando las gracias por cada momento que vivimos. De poco sirve que cocinemos un gran cordero y tengamos una mesa llena de dulces, si después somos incapaces de mirar a otra persona con sinceridad y hermandad.

Por eso, queridas hermanas y hermanos, me permito que todos reflexionemos sobre el significado de este día y que pongamos la intención (niya) en que todos nuestros días, insh’allāh, sean como esté tan lleno de emoción y alegría. Ese debe ser nuestro objetivo una vez purificados. Elevemos nuestro corazón hacia el bien general, hacía hacer del mundo un lugar bendito.

Y así, en el día de hoy llenos de baraka y bendiciones vemos el sol y damos las gracias por lo afortunadas que son nuestras vidas. Quiera Allāh, exaltado sea su nombre, guardamos por muchísimos años más, transmitiéndonos toda su plenitud y sus bendiciones en nuestra vida cotidiana. Quiera Allāh alzarnos en la excelencia y nos permita seguir la senda de nuestro amado Muḥammad ﷺ durante muchos años y que los que vivamos según este ejemplo gocemos de una intensa paz y una brillante felicidad.

Queridos hermanos y hermanas, ¡Eid Mubarak! para vosotros y para todos vuestros seres queridos. Y permitidme que pidamos todos a Allāh, como du‘a final, en este día lo siguiente:

Pedimos Allāh que nos inunde de bendiciones a todos los seres humanos.

Pedimos Allāh fuerza para aceptar nuestras responsabilidades y el mandato divino.

Pedimos Allāh luz y salām para todos los pueblos que están en conflicto.

Pedimos a Allāh que, a través de la pureza, incremente nuestro imān, limpie nuestros corazones y los llene de luz muhamadiyya.

Pedimos Allāh que purifique el alma de nuestros antepasados, la nuestra, la de nuestros padres y la de todos los creyentes.

Pedimos a Allāh que nos guie puros en el ṣirāṭ al-mustaqīm (camino recto) y que Él, en su magnanimidad, acepté nuestra ‘ibada (adoración).

Dicho esto, pido a Allāh bendiciones para todos. Que nuestras palabras estén bajo la obediencia a nuestro rabb, el señor de los mundos. ¡Eid Mubarak!

Córdoba, 4 de junio de 2019

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