Por Equipo de redacción de Verislam
La autora de Persépolis, galardonada con el Princesa de Asturias de Comunicación y humanidades
Marjane Satrapi es la protagonista de sus novelas gráficas Persépolis
Pocos episodios de la historia universal contemporánea han generado en la opinión pública el grado de fascinación que todavía genera la Revolución Iraní. El exilio del estrafalario Reza Pahlevi en 1979, la llegada del enigmático Jomeini a Teherán desde París en un avión de Air France, los estudiantes asaltando la Embajada de los EEUU en Irán ante la indiferencia de la policía, la repentina e indiscutible imposición de la nueva indumentaria femenina, la prohibición de la música y la segregación por sexos de los espacios públicos… Todo resultó especialmente perturbador a la joven Marjane Satrapi, una niña de barrio acomodado y padres laicos que abandonaría su país (hacia Francia) y se convertiría en el referente de un género por consolidarse, la novela gráfica, y, sobre todo de quienes reivindicaban el respeto a los derechos humanos y a las libertades públicas en la recién constituida república asiática.
Persépolis sigue estudiándose en casi todas las facultades de antropología. El velo es uno de sus protagonistas: ese velo con el que Satrapi tuvo que cubrir sus cabellos para no resultar lasciva, receptiva o fácil a los hombres de la revolución. Dijo al respecto: «[el velo] quiere decir que yo, como mujer, soy un objeto sexual y que este objeto sexual no debe verse porque la mera visión de los cabellos puede provocar una erección general en la calle». Dijo también que lo detestaba pero que lucharía para que las mujeres que quisieran llevarlo en su Francia adoptiva pudieran hacerlo.
Satrapi va a ser galardonada por su tesón y capacidad constante de lucha contra un poder, el del régimen teocrático de Teherán, que, como tantos otros, ha hecho de la religión un instrumento de dominación y hasta de represión. No cabe peor perversión. No se puede dañar más a la tradición islámica que cuando se utiliza el Corán para legitimar un régimen, el que sea. Muchos pueblos han sido tiranizados con la excusa del islam; y no solo del islam: también de religiones como el cristianismo o, incluso, el budismo.
Los que defendemos el derecho a practicar y vivir el islam condenamos enérgicamente la imposición del mismo. «No cabe coacción en la religión» leemos en Corán 2:256. Pero condenamos sobre todo la instrumentalización de la Revelación Divina para el beneficio personal, la dictadura y la represión. Defendemos también el derecho a practicar la religión, confesión o tradición espiritual o filosófica que cada uno considere.
Felicitamos a Satrapi porque, lejos de caer en la islamofobia o el rechazo a la espiritualidad islámica, carga su pluma contra quienes han convertido el islam en una herramienta de control. El Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades otorga a Satrapi su reconocimiento universal y, de camino, deja en evidencia a un régimen que ya dura demasiado.