Las alabanzas más excelsas son para Allāh, el altísimo, el creador, quien inicia y quien moldea las formas de lo visible y lo invisible. La ṣalāt de Allāh y su salām sea sobre aquel que abre, sobre aquel que sella, sobre aquel que mantiene el absoluto valor y es digno de alabanza; sea, igualmente, sobre sus gentes y sobre sus compañeros en la excelencia hasta el día del juicio.

 As-salām ‘alaykūm wa raḥmatullāh wa barakatuhu,

Queridas hermanas y queridos hermanos, al fín ha llegado un día muy especial pues Ramadán ha concluido. Hoy es Eid al-Fitr, un día muy especial donde se nos invita a volver a la normalidad después del mes de Ramadán. Una normalidad que nos recuerda cuan fuertes somos si Allāh, el altísimo, está con nosotros. Un día de acción de gracias tras el mes en el desierto, tras un mes de pruebas, de conciencia hacia Allāh (taqwa) y de olvido (ghafara) de todo lo malo que nos pudimos hacer a nosotros mismos y a la creación. Y es que la raḥma de Allāh es infinita e impregna a todo ser que la acepta en este mundo.

La fiesta de hoy es la del retorno a al fitra, a la naturaleza primordial. Un retorno a la realidad del profeta Adam (as) después de haber experimentado los límites del ayuno y la purificación del profeta ‘Isa (as) reviviendo con el agua que sobre nosotros vertía Yahya (as), con la conciencia de entregarnos como hizo Ibrāhīm (as), con la sabiduría y el buen juicio de Sulaymān (as), el amor a Allāh y la sonrisa de Dawūd (as) y la luz (nūr) que ilumina nuestros corazones del mejor de la creación Sayyidina Muḥammad ﷺ. Por eso, hoy es un día de alegría porque retornamos al origen después del esfuerzo y somos reconfortados con los dones que en poco tiempo vamos a consumir. Bendiciones en forma de agua fría y comida que debemos valorar más que nunca. Es el regalo del bendito mes de Shawwal. Tres días, estos del ‘Eid, donde todas las bendiciones descienden hacia la tierra. Alḥamdulillāh, que todas las alabanzas sean para Allāh.

Hoy es el día de romper (fitr) la rutina de ayuno con la bendita luz del sol, plenos de conciencia. Es un día de romper (fitr) con lo mundano porque el Corán ya ha descendido con toda su raḥma durante la noche de Laylat al-Qadr. Esa luz del sol que nos vigoriza y nos recuerda que siempre hay una salvación tras la complejidad, que pase lo que pase ahí esta el amadísimo Muḥammad ﷺ para iluminar el justo-sendero.

La ruptura que celebramos hoy es el comienzo de una nueva creación —como nos recuerda uno de los antiguos significados de la raíz f-t-r— porque nada comienza sin que lo anterior se rompa, la vida no se muestra en plenitud si el ayuno que comenzamos con un tenue resplandor de luna no se rompe con un nuevo resplandor de luna. Quiera Allāh, queridas hermanas y queridos hermanos, que agradezcamos el ayuno y su ruptura. Quiera Allāh, el altísimo, hacernos conscientes de toda su matricialidad que guarda el día de hoy. Quiera Allāh que hoy no sea una simple fiesta cultural sino el camino hacia el auténtico Jardín, el de nuestra naturaleza primordial: la fitra de Adam (as).

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Volver a nuestra naturaleza primigenia (fitra) nos exige ser conscientes de nuestro cuerpo, de nuestra mente, de nuestra completitud. Por esa razón el Mensajero de Allāh ﷺ prohibió ayunar hoy (Sunan Ibn Maja, 7: 1792). El ayuno es un regalo, pero en estado de fitra no se ayuna porque no se requiere de nosotros más de lo que somos. No se requiere amplificar nuestra mente o realizar un esfuerzo, hoy se nos invita ser en presente, a vivir con la creación de Allāh, el altísimo. Se nos invita a saborear (dhawq) la fitra.

Por eso, hoy hacemos takbīr. Exclamamos que Allāh es el más grande, que no tienen igual y que su unicidad es digna de alabanza. Porque en estado de fitra no hay más alabanza que esa. Nuestro ego (nafs) se extingue poco a poco hoy, porque en este estado no tiene lugar alguno. Hoy vivimos un momento bendito, aunque sea por pocas horas, volvemos al paraíso durante la ṣalāt del Eid y durante el compartir la comida. Cuantas bendiciones se esconden en el día de hoy y no somos consciente de las principales. Las fiestas se cristalizan en ritos y en costumbres, pero la realidad que ha dispuesto Allāh, el altísimo, siempre las supera. Que todas las alabanzas sean para Él, pues ciertamente es el más grande.

Y en ese estado es donde se nos exige dar la zaka al-fitr, purificar ese fin de Ramadán permitiendo que otros que no puedan lo celebren. Y en los tiempos del Profeta ﷺ eran un 2,5% de los excedentes de alimentos, especialmente cereales, que tuviéramos. Hoy es una cantidad simbólica para que nadie de nuestro entorno no pueda sentirse feliz en un día como hoy. Otro ejercicio para romper nuestro ego (nafs) y hacernos reflexionar de que nuestras mesas no son lo más importante el día de hoy.

Si purificamos nuestros cuerpos para celebrar el ‘Eid, si hacemos dhikr para purificar nuestro corazón hoy ¿cómo no vamos a purificar nuestros bienes? ¿cómo no vamos a aspirar a la fitra en nuestro presente? Hoy es un día de compartir y de conciencia para con todos. Se así y cúmplase el mandato de el Altísimo.

Y así, en el día de hoy llenos de baraka y bendiciones vemos el sol y damos las gracias por lo afortunadas que son nuestras vidas. Quiera Allāh, exaltado sea su nombre, guardamos por muchísimos años más, transmitiéndonos toda su plenitud y sus bendiciones en nuestra vida cotidiana. Quiera Allāh alzarnos en la excelencia y nos permita seguir la senda de nuestro amado Muḥammad ﷺ durante muchos años y que los que vivamos según este ejemplo gocemos de una intensa paz y una brillante felicidad.

Queridos hermanos y hermanas, ¡Eid Mubarak! para vosotros y para todos vuestros seres queridos. Y permitidme que pidamos todos a Allāh, como du‘a final, en este día lo siguiente:

Pidamos a Allāh, el altísimo, y la luz de su Mensajero ﷺ para que nuestros corazones no se consuman en el fuego de la inmediatez y las palabras, antes de atisbar la plena realidad (ḥaqq bi-l ḥaqq). Y que purificados alcancemos la fitra en este complejo presente.

Pidamos a Allāh luz y salām para ser agradecidos con su creación y superar los miedos al poder auténtico que debe regir en nuestros corazones.

Pidamos a Allāh que, a través de la pureza, incremente nuestro imān, limpie nuestros corazones y los llene de luz muhamadiyya.

Pidamos Allāh que purifique el alma de nuestros antepasados, la nuestra, la de nuestros padres y la de todos los creyentes.

Dicho esto, pido a Allāh bendiciones para todos. Que nuestras palabras estén bajo la obediencia a nuestro rabb, el señor de los mundos.

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