Cada año marcaba la casilla de islam

Aunque ya hace muchos años que dejé atrás la época del colegio aún recuerdo con nitidez ciertas cosas, y ahora que es inicio de curso, me parece un buen momento para hablar de ellas.

A partir de mis ocho años, recuerdo empezar a encargarme yo misma de los formularios de la escuela. Los rellenaba y luego mi padre solo debía firmarlos. Uno de esos formularios era el de la renovación de plaza o preinscripción y al final del documento en una casilla muy pequeña preguntaba si los padres deseaban que sus hijos recibieran clases de religión o de valores y en caso de que optaran por la religión, cuál. Cada año marcaba la casilla de “islam” con la esperanza de que se juntaran varias equis y finalmente pudiera yo también irme del aula con otro profesor como hacían algunos de mis compañeros. Nunca fue así y aprendí a responder los interrogantes que me presentaba mi fe navegando por la red.

Hoy al recordarlo le he preguntado a mi hermana de 10 años qué opción hace. Valores obviamente, me ha dicho. Y ese obviamente, responde a que todos los niños de confesión musulmana se acogen a la misma opción. Durante una hora a la semana mientras sus compañeros aprenden la religión cristiana, a ellos les enseñan valores como la sinceridad, el perdón o la amabilidad, me cuenta. Valores que constituyen la base de la religión islámica, pienso, y que sin embargo todos los niños musulmanes como mi hermana deben ir a aprender en mezquitas los fines de semana.

La casilla del islam y la falta de profesores

La falta de profesores de la religión musulmana es una cuestión que afecta principalmente a la escuela pública catalana donde no se ha asignado nunca ni un solo profesor pese a las insistentes demandas de los padres; así lo confirman datos recogidos por el Observatorio Andalusí. Mientras tanto, en otras comunidades autónomas como el País Vasco, Canarias, Andalucía o Aragón, varios colegios cuentan con un profesor contratado por la Administración para impartir la materia. Es aquí, en esta contratación por parte de la administración, donde radica la cuestión. Cuando un profesor imparte clases bajo la tutela de la escuela pública debe presentar un currículo de la asignatura que será aprobado por Enseñanza y que por lo tanto no entrará en disonancia con el resto de objetivos marcados en el temario. En otras palabras, si los niños musulmanes de España reciben la educación religiosa en los colegios públicos no cabe duda de que esta enseñanza irá de la mano con los valores democráticos europeos, que tendrán un profesor que también hará la función de mentor y que cumplirá con los requisitos necesarios de la titulación y que finalmente aprenderán un islam abierto y tolerante.

En cambio, si estos tienen lugar en la mezquita del barrio, corremos un riesgo que fue latente hace poco más de un año tras los atentados del 17-A de Barcelona. Tras analizar la vida de los jóvenes terroristas y del imam que les había enseñado se constataron dos informaciones, la primera es que el imam Es Satty seguía la corriente salafista, conocida por su interpretación literal del Corán y asociada principalmente a grupos terroristas. La segunda, más sorprendente todavía, es que los chicos desconocían la religión por la que habían matado. Ambas informaciones conducen a una única pregunta ¿Qué hace Educación por la enseñanza de la religión musulmana en España y más concretamente en Cataluña? Desgraciadamente, diría que por el momento no les ayuda a aprender que “Quién mata una sola vida inocente es como si hubiera matado a toda la humanidad” [5:32].

¿Son los imams los idóneos para que impartan ERI?

Actualmente la mayoría de padres encomiendan la enseñanza de la religión a los imams de las mezquitas que, sobretodo en localidades pequeñas, no están bien calificados para una función tan importante. Una realidad que debería haber puesto sobre la mesa ya hace tiempo una reforma de los parámetros empleados para designar un imam.

Mientras los pequeños asisten a las clases del sábado y domingo, los mayores optan por la red, como yo en su momento, y todos somos conscientes del peligro que conlleva navegar sin timón por internet; demasiada información, pocos filtros y ninguna guía. ¿No son estos riesgos suficientemente importantes como para replantear la enseñanza de la religión islámica en las aulas?

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