A una semana del lanzamiento de la novena y última entrega de la saga STAR WARS todo el mundo anda revolucionado. En ella se nos cuenta un drama de ciencia-ficción con un trasfondo de eterna y trascendental lucha entre el bien (LA FUERZA, los jedis) y el mal (EL LADO OSCURO, los Sith) desde una estructura épica. Luke y Leia Skywalker, Darth Vader/Anakin Skywalker, el venerable Maestro Yoda, el sabio Obi wan Kenobi o el malvado Sheev Palpatine son alguno de los personajes que han quedado en el imaginario colectivo de la cultura pop.
Hace un tiempo leía un artículo que comparaba Star Wars con Star Trek y el autor se inclinaba por el universo trekkie alegando el oscurantismo del universo de los Skywalker. Ese oscurantismo, el universo que se rige por reglas más profundas y arcanas que la lógica vulcaniana, es el que fascina a gente de toda edad y condición porque en el fondo es algo universal. Como dice Patrick Harpur hemos perdido la realidad daimónica por una realidad cientificista, aquella de los espíritus y en la que la razón era una más. Seguramente Spock se horrorizaría por la poca racionalidad que exhibe un jedi o un sith y como la fuerza gobierna la galaxia, pero también lo haría ante un musulmán que expresa un rotundo subhanallāh (alabado sea Allāh) o un insh’allāh (si Allāh quiera…) para cada acción ya sea cotidiana o trascedental…
De sobra es sabido que George Lucas se inspiró para construir su universo en el mitógrafo estadounidense Joseph Campbell (1904-1987) y su famosa obra El héroe de las mil caras (1949), uno de los clásicos de la antropología contemporánea. En ella se analizan los elementos básicos de un mito (el héroe, su familia, el primer umbral, el trauma, el retorno, etc…). También usó referencias al pensamiento del buddhismo zen—a través de la obra del filósofo británico Alan Watts— y el cine de Akira Kurosawa; y obviamente abundan referencias a la historia de Roma (La República, el Senado, la Guerra Civil, El Imperio, etc.), al fascismo y el nazismo y, por supuesto, a la filosofía de la técnica de postguerra (Jünger, Heidegger, Arendt). Sin embargo, muchos lectores ignoraran que bajo este batiburrillo cultural también late, por debajo de todos estos elementos contracultura, el Islam. Desde el planeta Tatooine (homenaje al Tatauine de Túnez) hasta la vestimenta de los jedis… El islam impregna sutilmente una de las sagas más famosas de la historia.
Engañaría al lector si yo no me presentase en este artículo como un warsie, es decir, un fan incondicional de la saga que ha devorado incondicionalmente libros, videojuegos, comics de la saga (pre- y post- DISNEY) galáctica. Tampoco puedo esconder que al dedicarme profesionalmente a la islamología, lo que me hace ver resonancia e influencia del Islam casi en cualquier tema que trato. Por eso, el objetivo de mi artículo, sin más pretensiones que un mero divertimento, es mostrar las conexiones con el Islam que laten detrás de STAR WARS. Para ello a través de varias entregas, me sumergiré no solo en los elementos simbólicos de las películas sino en el contexto histórico en el que Lucas concibió la saga.
George Lucas encuentra al Islam
Mientras redactaba el guión de «STAR WARS Episodio IV: Una nueva esperanza» Lucas contactó —durante la fase de documentación del guión— con la comunidad de la tariqa Darqawiya-Habibiya en Berkeley (California) según ha contado en una entrevista Dhulnun Owen. Lucas quedó fascinado por esa comunidad que no era otra que la de Abdelqadir as-Sufi (Ian Dallas), ex-actor británico reconvertido en shaykh sufi,quien había generado un sufismo alla magrebí mezclado con ciertos aspectos de la contracultura de los ’70 en California. Parece ser que Lucas tomó diferentes elementos como las vestimentas de los jedis o la idea de la futtuwwah o caballería espiritual islámica.
De hecho, si vemos el vestuario de los jedis (Obi wan Kenobi y Luke Skywalker) son claramente magrebís, lo mismo que lucían los miembros masculinos de esta comunidad con chilabas encapuchadas. Y no hay que olvidar que en Taatoine Obi Wan Kenobi se llama Ben Kenobi que, inmediatamente, nos trae a la mente el patronímico Ibn/Ben (hijo de) en la tradición islámica. De la futtuwwah tomaría el entrenamiento del jedi que parece inspirado por el libro The Handbook on Islam escrito por el shaykh Uthman dan Fodio (1754-1817), y editado por la comunidad de Abdelqadir y que se convirtió en un libro de referencia para ésta, en el siglo XIX durante las guerras entre pulares y hausas. Este libro era usado originalmente para “islamizar” a los guerreros de Dan Fodio e incluía en él una intensa practica espiritual de meditación (dhikr) y purificación (tazkiya).
Lo curioso es que cualquier amante de la saga encontraría en este libro palabras similares a las de Mace Windu o el propio Yoda, al igual que en otros libros clásicos como al-Ibriz de al-Dabbagh. Pero que el lector no se agobie, pues seguiremos hablando de los jedis y los sufis en los siguientes epígrafes. Y sin ninguna duda, sería realmente interesante ver la biblioteca de Lucas y comprobar si se hizo con este breve librito…
La fuerza y el lado oscuro
Además de influencias directas del Islam en Star Wars, el concepto central es la fuerza. Más allá de midiclorianos (y perversiones cientificistas de las precuelas), Obi wan Kenobi se la describe a Luke Skywalker como:
«La Fuerza es lo que le da al Jedi su poder. Es un campo de energía creado por todas las cosas vivientes. Nos rodea, nos penetra, y mantiene unida la Galaxia». (Episodio IV)
Para alguien que conozca el Islam esto nos recuerda a varios elementos que el sufismo se ha encargado de resaltar a lo largo de la historia. La primera es la baraka o la energía benéfica que reside en muchos planos, un testimonio de la presencia sutil de Allāh, y que su percepción es sinónimo de estar en fītra (estado primordial del ser humano). Tambien nos recuerda a la himma, una energía de la que se habla en el sufismo y que en árabe literalmente es hervirse. Se la define como la conexión con otras realidades y personas por el deseo, sin apego, de trascender espiritualmente. Por último, estaría la ma’rifa o conocimiento de Allāh, un conocimiento por encima de toda lógica que es el objetivo de todo sufi y que le hace ver la realidad con otros ojos mucho más trascendentes.
La fuerza parece una unión de las tres más el carácter trascendente de Allāh. Todo ha sido creado desde ella por un desbordamiento, lo mismo que habla el sufismo acerca de las emanaciones (tajally). Sin embargo, nadie puede acceder a esa realidad y es que la fuerza se reserva una incognoscibilidad si no es a través de una experiencia más allá de la razón. Por eso muchos seres son incapaces de conectar con la fuerza, del mismo modo que pasa con los jāhil (ignorantes) quienes son incapaces de disfrutar de Allāh y beneficiarse de él. El jedi purifica su ego como el sufi lo hace con su nafs, y solo cuando se está libre de todo apego, el cual podría cegar la visión trascendente de la realidad, se le manifiesta la fuerza a través de una capacidad suprasensorial como le ocurre al sufí a través de la apertura/victoria (fath).
También asociada a la fuerza en la saga se habla del lado oscuro, un acceso rápido al conocimiento basado en el terror y la ignorancia que es la base del pensamiento de los Sith (los antagonistas de las mitologías warsies). Como en la tradición sufí el brujo (kahin), el Sith se aprovecha de su ego para crecer sin ver que se esclaviza frente a la realidad. Su control de la realidad es aparente, pues sus acciones no fluyen desde la fuerza (y el respeto a esta) sino desde la apariencia y el interés personal. La tentación del shaytan —en el Islam— es la del conocimiento sin purificación, un conocimiento falso para hacer caer al otro y al si mismo como ocurre con el lado oscuro. Sin embargo, como hace ver shaykh ‘Umar al-Futi en su colosal libro al-Rimah (Las lanzas…) «nadie puede huir de la primera presencia de Allāh ni el Shaytan puede trastocar los planes de Allāh».1 En Star Wars ocurre algo similar, nadie puede escapar de la fuerza a pesar del lado oscuro pues hay siempre un nivel muy superior…
En el sufismo el principio rector del conocimiento y la acción es la taqwa (el temor/conciencia de Allāh) que garantiza que las acciones espirituales se hacen fi-sabilli-llāh (por la causa de Allāh) y no por interés propio. El brujo es el que conoce lo mismo que el sufi y niega la conciencia de Allāh, los límites de su acción. Curiosamente los sith actúan así, buscando el odio y el interés personal frente al mundo; los jedis, sin embargo, actúan con la conciencia de que la fuerza es lo último y ésta no está concebida para hacer nada en contra de los seres de la creación solamente beneficiarlos. Nadie se escapa a la fuerza en Star Wars, nadie se escapa a Allāh en el Islam; al final todo se juzgará en la reunificación final de la que forma parte.
El buen jedi pierde la conciencia de si para entrar en la unicidad con la fuerza como el sufi lo hace para aniquilarse (fana’) dentro de Allāh. Por eso, tanto el verdadero sufi como el verdadero jedi no temen a nada, principalmente porque NO SON. El no ser en el absoluto es el gran objetivo en el que el conocimiento está unificado con el absoluto. De ese modo se entienden las palabras finales de Obi wan Kenobi ante su antiguo aprendiz Darth Vader:
«Esta es una lucha que no puedes ganar, Vader. Tu poder ha madurado desde que te enseñé, pero yo también he madurado mucho desde nuestra separación. Si mi hoja encuentra su objetivo, dejarás de existir. Pero si tú me atraviesas, sólo me convertiré más poderoso de lo que puedas imaginar. Presta atención a mis palabras». (Episodio IV)
De hecho, Ben Kenobi se refiere a esto. Su muerte no es una muerte es la unión completa con la fuerza, su existencia es una no existencia ya no teme pasar a la fuerza porque él es uno con ella; sin embargo, Vader (antes Anakin Skywalker) teme a la muerte y se convirtió al lado oscuro para evitar la muerte de su esposa tras la muerte de su madre… Ese apego por lo mundano es lo que produjo su caída. En la tradición sufi es el ego (nafs) que susurra lentamente por tener, por apegarse, por no unirse a lo único que es real…
(continuará…)