Silva, Ana: Cuerpo Adentro / jasdun ṣawb al-dājil. Trad. Bahira Abdulatif Yasin. Ediciones del Genal, Málaga, 2017. 164 p. <https://tictail.com/secretolivo/ana-silva-cuerpo-adentro>

Cuerpo Adentro es el personalísimo e íntimo poemario de la jurista e investigadora malagueña Ana Silva. Un libro en el que expresa sus inquietudes como mujer de frontera(s) y nos acerca a espacios difuminados, a enfrentarnos a un «otro» interno desde una palabra libre y consciente. Posiblemente sorprenda al lector de nuestra web encontrarse con una reseña de un poemario que no es explícitamente islámico, sin embargo, no podíamos dejar la ocasión de presentar una obra tan profundamente andalusí y espiritual.

Esa “andalusidad” que presenta el libro fue tejida desde sus primeras páginas  en Andalucía, pero posée no pocos elementos de Turquía y del Magreb. Compartiendo las raíces culturales de la lógica andalusí: el amor, los espacios y la baraka. Además la autora presenta, a través de una espléndida traducción de Bahira Abdulatif Yasin, el poemario en árabe. Una traducción excelente que complementa el original español con más belleza, que subyuga por el ritmo y el sonido de la lengua árabe y que hace que se recupere aquel “adentroolvidado que muchos tenemos . Algo que complementa con unas bellísimas ilustraciones de Firfaous Barkallil que recogen la esencia del poemario, rompiendo la iconoclasia y dejando que los ojos disfruten. Creando una espléndida conciencia en el lector sensible a ello, que transciende de lo puramente estético a lo espiritual/emocional. Promocionando, al mismo tiempo, una conciencia de sí que se convierte en llave, que abre mundos.

Es precisamente la conciencia del sí mismo, lo más característico de estos poemas de Silva. Es el ejercicio concreto de una empatía hacia lo real, de una revelación y por supuesto de ese delirio entretejido con el destino que tanto afirmaba su querida María Zambrano. Porque si hay dos influencias claras en la obra de Ana Silva son la malagueña María Zambrano y el murciano Ibn ‘Arabi. Dos gigantes del Sur.

María Zambrano aporta en este poemario la melancolía y la poesía, el cotidiano y la búsqueda de la feminidad. Como ocurriese en la Antígona zambraniana, en el poemario es una búsqueda en el desierto de lo real, una vindicación y lucha por honrar a Polínicles en tanto que es cuerpo y, a la vez, esa conciencia que es el sí mismo y del binomio finitud/infinitud del cuerpo propio que es tan ajeno. La conciencia de la corrupción del cuerpo en sociedad y el trabajo por honrarlo. Este es el componente duro del poemario, pero la metáfora más apabullante de lo femenino en esta sociedad. Un elemento que ya Silva lo había trabajado brillantemente durante la elaboración de su tesis doctoral sobre la mutilación genital femenina. Un trabajo brillante y duro sobre aceptaciones de penas, cuerpos, destierros y reconocimientos. Estos poemas escritos como una Antígona anhelante de escape  pero consciente son necesarios para el tránsito hacia una realidad aún más potente, más poderosa, más real si cabe. Aquel haqq bi-l haqq (verdad veradera) que se sella los textos sufíes.

Y es, por otra parte, Ibn ‘Arabi es quien le aporta la luz y la baraka, apertura y la trascendencia de mundos. Quien construye —a través de Ana Silva— la puerta del conocimiento profundo y de la transcendencia del existir, de llegar a ser. Esto se aprecia brillantemente en uno de los poemas llamado Destiempos, el quinto poema de la sección “Otras formas de existir”:

Si huyo de la vereda blanca
en la aurora;
tú entras en la oscuridad del tiempo
en la noche.
El alba es nuestro único
premio de consolación.

Otras formas de existir, liberadas del peso pre-antigoniano del horror del abandono de la sociedad. Una existencia sin el qué dirán, el qué querrán o el someterse a lo que otros hacen. Un amor íntimo y despersonalizado que abre puertas procurando huidas y ascensiones. El cual configura el sahr (aurora) y el fajr (alba) como espacios transfronterizos de intimidad. Toda esta transición se aprecia en este otro poema titulado Rahma:

No tengo nada
nada poseo
nada sé.

Es casi una prueba
de que Dios existe.

Un poema de gran fuerza expresiva basado en una teología negativa en el que en el fondo está la aniquilación del yo en tanto es nafs (ego), es decir, el fana’. Es aquí, junto con Ibn ‘Arabi y la teofanía de lo sencillo, donde llega la liberación. Donde llega el fin de un camino que se abre Cuerpo Adentro. Solamente desde la interioridad se gana Un escucharse así misma mucho más allá que a los diversos Creonte y a los munafiqun (hipócritas) vitales.

Este poemario se entreteje desde un ser para el infinito, un ser que juega mirando al todo y que cuando lo siente tiembla. Y eso es suficiente para un mundo que no aprecia lo que no es material. Es suficiente para que nos contagie por el deseo de vivir cuerpo adentro tras haber matado al ego. Pues, al fin, se trata de una libertad subyugada a lo real, a lo único que existe.

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