Reseña: Peregrina de Mardía Herrero

Decía Joseph Campbell que aunque la mayoría de nosotros pensemos en viajar lejos siempre acabamos llegando al centro mismo de nuestra existencia. Y es en ese momento cuando creemos estar solos donde nos encontraremos con la plenitud del mundo. Esta cita de uno de los pensadores más lúcidos refleja nítidamente la sensación que produce leer Peregrina (Fragmenta, 2020), el último libro de la escritora madrileña Mardía Herrero. Es habitual que en nuestro mundo, viaje tras viaje no seamos conscientes de lo significados que se manifiestan. Poco a poco hemos perdido el sentido del peregrinar.

Siendo sincero cada vez que leo un nuevo texto de Mardía me da la impresión que se supera en cada línea, en cada palabra, en cada idea. Si me pareció maravilloso y profundo su libro titulado Cómo Santa Teresa me acompañó al sufismo (Fragmenta, 2018), este nuevo texto que presenta se supera y nos invita a disfrutar de la reflexión y la belleza. Se trata de un íntimo diario de viaje en el que la autora comparte con nosotros su visión del camino, de la iniciación, del crecer, del amor, del morir espiritual y del renacer. Es una auténtica experiencia en la que ella nos hace trascender desde la nada, del vacío existencial, hasta el absoluto y el inicio de otro tiempo. Un acierto, a mi juicio, que el absoluto que nos ofrece Mardía se plantee como un absoluto sencillo, cotidiano, humilde y sin pretensiones. Y he ahí su valor.

Es de nuevo Fragmenta, uno de los sellos más interesantes del panorama editorial español, quien apuesta por la madrileña para llenarnos de belleza y verdad. Es una edición muy cuidada, de impecable gran gusto estético como es habitual en la editorial que con tanta valentía editó la obra completa de Raimon Panikker.

Peregrina nos retrotrae a ese maravillo otro libro titulado 39 Semanas y medía. Un embarazo sufí (Mandala, 2016) donde nuestra autora construía una narración íntima y personal sobre el viaje interno y espiritual que se produce en la gestación de una nueva vida. La iniciación, el transito por la intimidad, el viaje hasta la plenitud son los motivos que dirigen la producción literaria de Mardía Herrero. Peregrina toma estas claves y las desarrolla aún en una clave más íntima y luminosa, engarzando lo onírico y lo real, en la búsqueda sin tiempo ni espacio de lo real. Y así comienza un camino de incertidumbre en el que el peregrinaje se vuelve protagonista. Peregrinar como una experiencia del desasimiento, ascética y sin más pretensiones que dejar ser al corazón.

A Mardía la reconozco como una hermana sincera de corazón. Tenemos muchos puntos de convergencia y por eso me encanta leerla, en muchas reflexiones que plantéa soy yo. Es como si mirase en un espejo. En esa línea, quizás lo que más me ha llamado la atención del libro es sin duda alguna esa descripción del sentimiento “del avergonzarse de la hospitalidad del otro”. Fruto, sin duda, de la terrible educación de la generación a la que pertenecemos, a  ambos y a mucha gente más se nos negó el privilegio de disfrutar de “ser-para-otro” queriendo que fuésemos ¿independientes? Me siento muy identificado con lo que describe, con el pudor que produce el ver a otros entregarse, abrirse y disfrutar. Somos hijos de una generación celosa de lo suyo. Y reconozco que tuve que parar la lectura para pensar. Al rato me alegré tanto de su transformación, y de haberla leído, pues yo me sentí igual entre la arena del Sahara. Decía Ibn ‘Arabī que el auténtico viaje ha de hacerse con el corazón y es siempre de elevación, mucha razón tenía. Ese es el auténtico peregrinar.

Vivimos en un mundo en el que todo está cuantificado, del que se espera un rendimiento. Es quizás esa idea de romper con el tiempo y con la comunicación, con la que la autora comienza su peregrinaje, la que hace posible que Dios irrumpa con fuerza en la narración. Primero como una sombra para acabar como certeza radiante. Esa es la gran lección de este libro: la certeza llega a nosotros si aprendemos a vivir plenamente y con conciencia. A esa última realidad el islam le llama taqwa, que algunos mal traducen como temor, es el sobrecogimiento que produce el camino, el peregrinaje. ¿Acaso queda algo de miedo después de peregrinar vagando por la creación? Después de un peregrinaje se comprende que todo pertenece a Allah, a Dios. No hay nada más que eso.

Este es un libro lleno de maravillosas referencias y meta-referencias de los grandes: Machado, Thoreau, Hesse, Borges, Whithman o Santa Teresa de Jesús. Todos tejen cuidadosamente en Mardía el ánimo hacia su amado Mawlana Shaykh Nazim y el sufismo. Y, sinceramente, que Jodorowsky fuese el detonante de tan bella experiencia y de una transformación tan sublime como la que experimenta Mardía es suficiente para que tan histriónico y ególatra personaje alcance la redención. El dominio literario para crear una meta-narración inconsciente es poco que menos que fascinante. Le recomiendo al lector de estas líneas que intente leer el meta-texto literario que yace entre las palabras arropado como si de un niño en brazos de su madre se tratará, sin duda se sorprenderá de lo que la autora cuenta.

Peregrina es un auténtico ejercicio de luz luminosa y de autognosis. Un conocerse y reconocerse continuo a lo largo de las páginas que tiene este libro. Como dice ella se trata del “brillo de lo sagrado sin adjetivos”. No sabe el lector cuan maravilloso es eso, cuanto oxigena el corazón. Con una factura, de nuevo, de la mística de lo cotidiano, de lo usual, de lo infinito que encierra universos. Tan simple, tan recio, tan consistente como el románico que puebla el camino hacia Santiago de Compostela.

Me resulta muy lejano y extraño el peregrinaje a Santiago, creo que nunca hubiera leído algo así de no ser porque conozco a la autora y se que no me defraudaría. Se lo agradezco ha refrescado con baraka estos días de sofocante calor. Por eso, debo darle las gracias de todo corazón por una obra así porque, igualmente, yo no me atrevería jamás a escribir algo de tal nivel de intimidad, y sin embargo la generosidad de Mardía nos lo brinda libro tras libro. Peregrinemos y busquemos sin esperar nada…

 

Mardía Herrero: Peregrina. Barcelona: Fragmenta, 2020.