¿Un grupo islámico controla el top manta en España?

VerIslam publica la contraréplica de Didac Lagarriga (Abdel-Latif Bilal Samar) al artículo de El Periódico titulado: “Un grupo islámico controla el top manta en España”. Por cuestiones prácticas hemos reproducido en VerIslam la introducción del mismo y el desarrollo con la refutación se adjunta como archivo pdf (haz click aquí para descargarlo).

En la portada del Periódico del domingo 24 de febrero del 2019 destacaba un titular: “Un grupo islámico controla el top manta en España”. La noticia, firmada por Juan José Fernández, es un cúmulo de despropósitos que, de manera muy irresponsable, intenta destruir el trabajo que llevan a cabo desde hace años las dahiras, asociaciones integradas por miembros de la comunidad murid. Esta comunidad, fundada en Senegal hace poco más de un siglo por Cheikh Ahmadou Bamba (1853-1927), pertenece al llamado islam sufí. Como el resto de comunidades sufíes del mundo islámico, su principal objetivo es el desarrollo espiritual de cada uno de sus integrantes y por ello la presencia de guías espirituales es fundamental. Entre las particularidades de la muridiya cabe destacar el énfasis en no utilizar la violencia para resolver conflictos y la importancia del trabajo -material y espiritual- para crear una sociedad más armónica.

El artículo del Periódico intenta mostrar esta comunidad como una organización sectaria y fuertemente jerarquizada donde las élites explotan a los fieles. Desgraciadamente, no es un argumento nuevo. A lo largo de su historia estas mismas críticas han surgido desde el exterior, en su mayoría por parte de lecturas coloniales que veían con suspicacia un movimiento que quería auotgestionarse y vivir de un modo distinto a la lógica colonial. Ya su fundador, Cheikh Ahmadou Bamba, padeció durante décadas la represión de los colonos franceses, primero deportado y luego en arresto domiciliario . Hoy en día parece que nuestro imaginario continúa impregnado de esta óptica colonial y eurocéntrica incapaz de entender otras realidades, simplificando allí donde hay complejidad.

La responsabilidad de un periodista va más allá de informar, pues hasta cierto punto tiene en sus manos un dispositivo que contribuye a crear o sustentar imaginarios y, por consiguiente, formas de relacionarnos. Cuando un periódico apuesta por el sensacionalismo, se ve condenado a jugar con imaginarios ya establecidos, muchos de ellos contrarios a la convivencia. Utilizar según qué palabras en determinados contextos es peligroso porque alimenta ciertos discursos del odio sin necesidad de ser literales. Insinuaciones o alusiones, o cierto tono, logran construir un discurso a pesar de no ser explícito. En el caso que nos ocupa, palabras clave como omertá, ley, sumisión, mezquita, mandamientos, santificar… nos remiten directamente a un discurso que desplaza lo directamente dicho a lo imaginado por el lector. Además, y a diferencia de otros artículos que se limitan a insinuar, en este podemos encontrar literalmente errores o tergiversaciones fáciles de desmontar. Con este propósito he marcado las frases más polémicas (casi el 90% del artículo) para rebatirlas.

Llevo más de diez años interesado en esta comunidad. He residido temporadas largas en Touba para estudiar el fenómeno, he asistido a muchos de sus eventos (en Senegal, Gambia y España), me he entrevistado con todo tipo de murids y me he documentado con numerosa bibliografía internacional como para sostener que la imagen que ofrece El Periódico de la muridiya no es cierta. No deja de ser irónico, por llamarlo de alguna manera, que una noticia donde se pretende denunciar la venta de productos falsificados sea, a su vez, una falsificación… [continua en el archivo pdf (haz click aquí para descargarlo)].