Ciencia e Islam: Chucherias

El Profeta s.a.s dijo: ‘El hijo de Adán no llena ningún cuenco peor que el estómago…’ Narrado por al-Tirmidhi (2380)

Consumir chucherias es una costumbre muy extendida en la infancia, fomentada a menudo por los familiares que las utilizan como sustituto fácil para antes/después de almuerzo, merienda o como forma de recompensa. Es frecuente en la etapa escolar tomar “chucherias” al salir de clase y luego dejarse parte de la comida de casa. Y digamos la verdad a nadie le amarga un dulce, ¿no?

La mayoría de las personas sabe que no conviene tomar chucherias, pero se sigue comprándolas, posiblemente porque no se han parado a ver cuál es su composición o su impacto en la nutrición. Este artículo no pretende ser fatalista, pero aplicaremos el ‘método científico’ para presentaros todos los puntos de vista de esta ‘dulce recompensa’…

Como ‘alimento’ no debe olvidarse que se deberían consumir con extrema puntualidad (mejor evitarlas)esta sociedad propicia un ambiente obesogénico, con numerosas alteraciones metabólicas que son causadas (como todo) por el abuso que se hace del azúcar.

Se trata de productos muy atractivos por sus formas, colores y sabores, pero si analizamos su composición química observamos que están hechos básicamente de jarabe de glucosa, azúcares, gelatinas, dextrosa, almidones, pectinas, grasas vegetales y un sinfín de aditivos para darles color y sabor además para conseguir una textura más o menos dura, gelatinosa y fantasiosa. Además, la nueva gama “sin azúcar”  dan pie a falsa información ya que actualmente la gente asocia el concepto de “sin azúcar”  a “no engorda” y se consumen de una manera indiscriminada, a todas horas y sí que es cierto que no aportan azúcar, pero están hecho con “mantequilla y nata” en un 8%, además de otros ingredientes.

Unos colores poco amigables

La mayoría de los fabricantes siguen usando colorantes azoicos como: la tartracina (E102), amarillo de quinoleína (E104), amarillo anaranjado S, amarillo ocaso FCF (E110), azorrubina (E122), rojo cochinilla A(E124), rojo allura AC (E129) y azul patente V (E131).

 

 

Estos componentes son poco convenientes para los más pequeños ya que afectan a su actividad y capacitación psíquica (hiperactividad), la mayoría de estos componentes propician ataques en niñxs asmáticxs y reacciones alérgicas cutáneas en personas hipersensibles.

Aunque, no obstante, el nivel de colorante en las golosinas suele ser escaso y aunque se consuma aproximadamente 100 gr estos dulces, se alcanzaría como mucho el 10% de la dosis admisible en estos colorantes, esto nos dejaría con el principal y más importante problema, el azúcar.

Me conformo con un poco de azúcar, mamá

 Una alimentación normal y equilibrada es suficiente para proveernos del azúcar necesario. Digerir el azúcar en exceso como energía para el organismo requiere de vitaminas del grupo B y de ciertos minerales tales como: Calcio, fósforo y cromo, para ser almacenados o ser utilizados como energía celular, deben sufrir importantes conversiones a través de estos nutrientes. Los carbohidratos refinados (azúcares y almidones) ya han perdido la mayoría, si no todas sus vitaminas y minerales durante el procesado.

Este agotamiento lleva a desbalances de calcio y fósforo y a deficiencias de vitamina C, ésta última asociada con la gingivitis, queilitis -herida en la comisura labial-, glositis -inflamación aguda o crónica de la lengua-, dermatitis, anemiau otras alteraciones metabólicas.

Demasiada glucosa favorece, así mismo, los resfriados e infecciones, las golosinas ‘pegajosas’ quedan adheridas a los dientes y las bacterias de la boca transforman sus azúcares en ácidos que deterioran el esmalte dental         –con la consiguiente aparición de las caries– también se asocia con problemas menstruales, inflamación de las encías, cambios en el estado de ánimo -ansiedad y depresión-, obesidad, hipoglucemia -debido a que el páncreas debe secretar picos de insulina para mantener niveles constantes de azúcar en sangre-, hiperactividad y dificultades de concentración tanto en niños como en adultos.

Tartracina

Estos componentes son poco convenientes para los más pequeños ya que afectan a su actividad y capacitación psíquica (hiperactividad), la mayoría de estos componentes propician ataques en niñxs asmáticxs y reacciones alérgicas cutáneas en personas hipersensibles.

Exceso de almidón, el primer paso hacia la desnaturalización

El almidón es la fuente de calorías más importante que consume el ser humano. Se utiliza para la elaboración de todas las golosinas, y esto significa que cuando se consumen grandes cantidades de gominolas u otras chuches se están consumiendo grandes cantidades de almidón.

Es evidente que ese exceso de calorías va a llevar al sobrepeso, pero además también contribuye a la hipertensión arterial. Hoy, sin gastar apenas energía, podemos ingerir grandes cantidades de alimento a pesar de que en biología existe una ley universal que establece que todo ser vivo necesita “pagar” una cierta cantidad de energía a través de la actividad física para poder llevarse algo a la boca.

Este es el escenario idóneo para que aparezca la adicción al azúcar, porque su disponibilidad ha aumentado, pero no ha ocurrido lo mismo con nuestro diseño biológico.

Edulcorantes y las enfermedades de la opulencia

Muchas chucherias contienen edulcorantes en sustitución a los azúcares, lo que en principio pudiera parecer más sano, no lo es, pues un excesivo consumo de edulcorantes puede llevar a padecer intolerancia a la glucosa. Otro de los efectos secundarios de los edulcorantes son sus  marcados efectos laxantes, náuseas, dermatitis, dolores musculares y el aumento de las migrañas.

Si sabe tan bien, ¿por qué sienta tan mal?

El glutamato monosódico es un sinsentido culinario, presente desde productos congelados, pasando por bases de carne o pescado hasta las inocentes bolsas de chucherias de nuestros peques. Los potenciadores de sabor son unas de las sustancias más perjudiciales de las que contienen las golosinas.

Los potenciadores de sabor tienen una única función, dar más sabor a aquellos alimentos que los contienen. Es un verdadero problema porque impiden el buen funcionamiento de los mecanismos inhibitorios del apetito, incrementando la voracidad hasta en un 40%.

¡Mamá! hay un gusano en esta bolsa

El brillo que ofrecen muchas gominolas tiene su origen en un insecto conocido como gusano de la laca. Este gusano, segrega una sustancia que se conoce como goma laca (E-904), utilizado como abrillantador en la piel de algunas frutas, golosinas, decoración de pasteles y coberturas culinarias, pero también se usa en la industria farmacéutica como recubrimiento de algunos medicamentos.

Algunos estudios han revelado que puede producir reacciones alérgicas y problemas digestivos.

Halal vs Gelatina

Es impensable que los adorables ositos de gominola puedan contar entre sus ingredientes algo muy ‘oscuro’. La gelatina se hace con huesos, piel y cartílago de cerdo, burro, vaca y caballo desechados por la industria cárnica y lentamente disueltos en agua. Muchos de ellos explican que hacer eso ayuda a la conservación y textura de las golosinas y que, además valga la redundancia, es una importante fuente proteica que aporta 12 aminoácidos esenciales -una completa falacia-.

Mientras que las chucherias halal sustituyen esos aditivos por pectinas vegetales proveniente de las manzanas y los cítricos. En España, actualmente, tres empresas de golosinas están certificadas por el Instituto Halal: Fini GolosinasMr Mallo y Sweet People España.

Hay muchísimos temas que abordar está claro, el método científico dilucida las dos caras de la moneda, pero eso lo hablaremos en el siguiente artículo. Hasta la semana que viene con un poquito más de ciencia.

As-salām ‘alaykūm wa ramatullāh wa barakatuhu.