De la Felicidad

El genoma humano va desvelando sus misterios mientras aumenta nuestras posibilidades de control de la enfermedad y alimenta fantasías de criaturas diseñadas a voluntad, libres de sufrimiento y dolor. ¿Es la felicidad algo más que una sensación escurridiza, vulnerable y gratuita?

Leo que se avanza más y más en el estudio de los genes humanos, hasta el punto de que algunas publicaciones que se refieren a estos temas dibujan el panorama de un futuro próximo, en el que será posible diseñar a un ser humano concreto, alterando algunos genes causantes de enfermedades o estableciendo características deseadas a través de esa misma manipulación genética. Podremos tener individuos a voluntad, conformados según la programación escogida, en una versión postmoderna del mundo feliz de Huxley.

Uno de los últimos genes localizados es el de la felicidad: todos llevamos un eslabón en la cadena de carbono que determina nuestra capacidad de ser felices. Ese sentimiento tan cálido reside en un microscópico gen con el que la naturaleza generosa nos dota en el momento de la fecundación del óvulo por el espermatozoide. Algunos pretenden que este gen también es manipulable, de modo que podremos ser todos muy felices sin que nos importe que la desgracia y el sufrimiento nos rodeen por todas partes. Los factores externos no condicionan la sensación de felicidad o infelicidad; así establecido, quienes deseen manejar a la humanidad a su antojo podrán tener gente feliz e insensible, cuando se domine el misterio de este fabuloso gen.

Hay un hadiz* en el cual se afirma, en efecto, que cada uno lleva una clave en la que se indica cuánto tiempo va a vivir y si va a ser feliz o desgraciado. Pero nada hay en el Islam que nos permita tomar este dicho como un fatalismo, nada que nos lleve a considerar que cualquier esfuerzo por cambiar las condiciones, tanto externas como internas, de la vida es inútil. Al contrario, en las recopilaciones de hadices encontraremos muchos que hacen referencia a la necesidad de «atar los camellos» puesto que, aunque Allah cuida de Su creación, es responsabilidad personal e intransferible de cada ser humano velar por sus intereses, trabajar para su sustento, proteger a los más débiles de su entorno y, en general, procurar que se extienda el bien y se evite el mal. Un bien que incluye las necesidades básicas cubiertas – comida, cobijo, seguridad, afecto – y el alejamiento de la violencia, la crueldad y la avaricia.

Hay algunas señales en el comportamiento de los humanos que parecen confirmar el aserto de que la felicidad reside en un gen, un regalo, algo gratuito que afectará profundamente a nuestras vidas. Algunas personas se sienten sanas y felices aunque comprueban que han fracasado en la vida, es decir, no han llegado a satisfacer las expectativas que tenían para sí mismas, como una concreción de las expectativas que la sociedad tiene respecto a sus miembros: economía resuelta, éxito profesional y social, ajuste sentimental-familiar. Bueno, pues numerosas personas descubren que no han conseguido apenas nada de esto y, sin embargo, se sienten felices. Por otro lado, los psiquiatras se han encontrado con un síndrome curioso: la depresión por el éxito. Ciertas personas que aparentemente lo tienen todo, pero se sienten desgraciadas. ¿Se equivocaron de expectativas? ¿Tienen el gen trastocado?

El Profeta Muhammad, la paz sea sobre él, animó a su gente a cultivar el buen carácter e insistió en sus múltiples beneficios, definiéndolo como buen talante y esfuerzo por hacer el bien, evitando dañar a nadie. El que tengamos un gen relacionado con la felicidad, sea un geniecillo travieso o un genio insoportable, no supone sin más la imposibilidad de actuar para configurar nuestro mundo de algún modo.

No hay porqué desdeñar los logros de una fuerza de voluntad dirigida por una intención recta. El misterio del hombre es su libertad, aunque limitada, para elegir y la grandeza del hombre es la responsabilidad que asume por su elección. El desenvolvimiento del ser humano, tanto social como individual, pasa por la ampliación de su conciencia. Cada zona iluminada abre nuevas posibilidades y ayuda a decidirse por una u otra alternativa al estar claro el campo de los factores implicados. En último extremo, ni siquiera es necesario elegir. A la plena conciencia le corresponde el estado de certeza y a ella le corresponde un estado de ajuste interior y confluencia con el exterior que podemos llamar felicidad.

*De Ibn Masud, Allah esté complacido con él, que dijo:

«Nos habló el Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz, el veraz y el digno de ser creído: ´Realmente cada uno de vosotros ha sido creado en el vientre de su madre en un plazo de cuarenta días; primero se va formando su ser a partir de una gota de esperma; después se convierte en un coágulo de sangre en otros cuarenta días; y luego, en otros cuarenta días más, es un embrión al que se envía el ángel para que le insufle el espíritu y al que se le decretan cuatro cosas: su provisión, su plazo de vida, sus acciones y si será feliz o degraciado`.»(Sigue el hadiz). Lo relataron Al Bujari y Muslim. En Los Jardines de los Justos de Imam An Nawawi. Capítulo 50 Hadiz 1. 400

Publicado originalmente en VerdeIslam en 1997