El día de la fuerza del hiyab

El Día del hiyab o «Hiyab Day» no es una excusa para unirse al carro de celebraciones que, cada día con más fuerza, se adueñan de los calendarios en un intento, a veces exitoso, de convertir a nuestra sociedad en una más sensible a realidades que, muchas veces, no le rodea. No, el Hiyab Day no es eso.

Hoy en dia, cientos de miles de mujeres europeas tienen negada la educación. Muchas sufren la persecución de pequeños gobiernos locales que las amenazan con multas (a veces muy elevadas) por cubrir determinadas partes de su cuerpo (no incluyendo la cara) que, a juicio de los legisladores de estas localidades, debe ser «visible».

Sufren vejaciones e insultos en restaurantes, cafeterías y hoteles por su manera de vestir, donde les niegan el servicio que ofrecen con gusto a los demás. Hay muchas mujeres a las que no se les ofrece una oportunidad laboral tras verlas en persona o se les pide que cambien de «imagen» para no ahuyentar a los clientes. Mujeres que son atacadas a plena luz del día por una persona cualquiera, que piensa que está en su derecho de eliminar la idea de que la mujer decida qué parte de su cuerpo una mujer quiere tapar o enseñar como si fuera de dominio público.

El Hiyab Day no está vinculado al hiyab en sentido religioso. La creencia y la práctica religiosa es algo mucho más complejo y, sobre todo personal. El Hiyab Day tiene más que ver con el símbolo que ha esculpido en la sociedad del siglo XXI. Tiene que ver con el lenguaje «millenial», que divide a la sociedad en tribus interconectadas con cientos, sino miles de aristas, lo que individualiza al ser humano. El Hiyab Day es una forma de reivindicar el derecho a la identidad personal, a la libertad individual de mostrarse al mundo con la imagen con la que una se siente más identificada.

El Hiyab Day no está vinculado al hiyab en sentido religioso. La creencia y la práctica religiosa es algo mucho más complejo y, sobre todo personal.

Pero el componente femenino no puede desligarse del mismo, ya que le da una especial importancia a la reivindicación. Los movimientos feministas del siglo XXI han evolucionado mucho desde que comenzaron con el libro de Simone de Beauvoir y la posterior primera «ola» feminista que ya tiene más de 50 años. Hoy, que nos encontramos en la que algunos autores han venido a llamar la «Cuarta ola feminista» me gustaría pensar que el nuevo capítulo de este movimiento u «ola» incluirá, no sólo la existencia de las nuevas formas de comunicación llamadas «Redes Sociales», sino el uso del hiyab como símbolo de empoderamiento de la mujer a la hora de elegir su propia imagen.

Sin embargo y por desgracia, los movimientos feministas de la «tercera ola», no sólo se han olvidado de las mujeres musulmanas que han decidido libremente usar el hiyab como parte de su imagen personal, sino que se ha iniciado una campaña, a veces agresiva, en contra de que estas mujeres elijan su imagen, defendiendo así la idea de que la sociedad le puede decir a las mujeres que tipo de imagen pueden o no elegir para sí mismas, por parte precisamente de estos movimienos feministas. Si la «Tercera Ola» (muy reciente por otra parte) incorpora múltiples corrientes teniendo componentes de la teoría queer, del anti racismo, teoría post colonial, ecofeminismo, transexualidad, o la visión positiva de la sexualidad, entre otros, deja de lado el derecho a la propia imagen cuando dicha imagen está relacionada (erróneamente) con una cuestión religiosa.

El hiyab hay que desligarlo de su aspecto religioso y considerarlo, a nivel social, como un símbolo identitario que debe ser aceptado de manera general, de la misma manera que debe ser aceptada la imagen gótica, los piercings o el look hípster.

Actualmente, los movimientos reivindicativos feministas, siguen considerando la religión como un arma contra la mujer que el Patriarcado ha usado desde hace siglos para ubicar al sexo femenino en un lugar de sumisión bajo la «protección» del hombre. Sin embargo, en las sociedades plurales y modernas actuales, la teoría de la imposición religiosa tiene muy poco sentido. No me entiendan mal, no quiero decir con esto que no existan teocracias actuales que imponen dicha visión retorcida de la religión que sirve a los intereses de la sociedad patriarcal, pero ese no es lugar común en el mundo hoy en día.

La realidad, cada vez más plural, de las sociedades de hoy día, hace que debamos plantearnos la religión (al menos en las sociedades libres) como una herramienta y no como un arma. Una decisión personal más que una imposición generalizada. De esta manera evitaremos luchar contra la religión como un enemigo (que otrora pudiera haberlo sido) y así despejar prejuicios. El hiyab hay que desligarlo de su aspecto religioso y considerarlo, a nivel social, como un símbolo identitario que debe ser aceptado de manera general, de la misma manera que debe ser aceptada la imagen gótica, los piercings o el look hípster. De esta forma puede ser defendido por todos los movimientos de derechos civiles y considerado una libertad individual recogida en la mayoría de las Cartas Magnas de los países libres del mundo; el derecho a la propia imagen.

El Hiyab Day consigue precisamente eso. Consiste en un doble trabajo de concienciación a través de la «experiencia» del hiyab por un día. De una parte, consigue desligar el hiyab de la condición de «musulmana», con lo que, la imagen, se desliga de un aspecto religioso (¿cuánta gente usa crucifijos como joyas sin ser si quiera cristianos?). Por otra parte, consigue hacer experimentar a las mujeres que deciden pasar por dicha experiencia, el rechazo, a veces sutil, a veces físico y directo, que sufren millones de mujeres en el mundo, por el simple hecho de haber decidido cuál es la imagen que quieren tener ante la sociedad.