Las alabanzas más excelsas son para Allāh, el altísimo, el creador, quien inicia y quien moldea las formas de lo visible y lo invisible. La ṣalāt de Allāh y su salām sea sobre aquel que abre, sobre aquel que sella, sobre aquel que mantiene el absoluto valor y es digno de alabanza; sea, igualmente, sobre sus gentes y sobre sus compañeros en la excelencia hasta el día del juicio.

As-salām ‘alaykūm wa raḥmatullāh wa barakatuhu,

Queridas hermanas, queridos hermanos ya ha avanzado Muḥarram. Este es el mes bendito, es el mes de la liberación. Los musulmanes tenemos dos fechas estos días que hacen que nuestros corazones se ensanchen y que comprendamos el sentido de la vida. La primera es la conmemoración del inicio de la hégira, la fundación de una nueva era en la comunidad islámica. La segunda, que celebraremos mañana, es Ashura, un día clave para los musulmanes que tienen conciencia de la grandeza de Allāh, el altísimo.

Una nueva época implica, una nueva luna, necesariamente, un esfuerzo que Allāh, el altísimo, recompensa y un dejar atrás viejos hábitos y comodidades. Porque es Allāh es al-Fattaḥ, aquel que facilita y da las aperturas. El creyente (mu’min), como la luna, avanza día tras día en su camino haciéndose más fuerte, deseando la plenitud, brindándose a iluminar el camino. Para después volver al creador poco a poco, con la conciencia (taqwa) de lo bien hecho. Una conciencia que se disuelve en Él, el altísimo.

Y es bajo esa luna creciente, aún muy débil para hacer frente a la oscuridad de la noche oscura, la que trae progresivamente asilo para el migrante, la libertad para el oprimido y el agradecimiento para los que ya están asentados y prosperan. Se trata de una vida nueva que Allāh nos ofrece año tras año.

Poco antes de que luna llena ilumine el cielo tiene lugar el día de Ashura. Este día es más especial aún que el primero de Muḥarram. Es el día en el que resiliencia se convierte en acción, por eso se ayuna, se libera, se recuerda (dhikr). Por eso, el nieto de nuestro amado Profeta ﷺ, Hussayn (ra), luchó valientemente y fue asesinado este día.

Es en Ashura es un día cósmico donde convergen las historias de liberación de todos los profetas tras una dificultad enorme. El esfuerzo para conseguir una gran recompensa, para repensar la majestad (jalāl) de Allāh, para dejarnos poseer por su poder.

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Ashura es una fecha donde el dolor se convierte en necesaria plenitud. Así, sin duda, el hecho más significativo fue la liberación del pueblo judío de la tiranía del Faraón según se narra en diversas partes del Sahih de Bukhari (65/4737; 13/162; 30/109). Poco más hay que contar sobre esto, simplemente es inspirador en un mundo como el nuestro. En mi opinión pocas narraciones son tan sugestivas como esta. Todo se fraguó con las primeras luces de la luna de Muḥarram y se materializó su décimo día, poco antes de la luna llena. Allāh liberó a un pueblo esclavo, a través de la guía de Musa (as), haciendo gala de su omnipotencia frente al aparente poder terrenal del faraón. Una victoria que llevaba el sello de Allāh, El altísimo. 

La figura de Musa (as) es la de un líder cuyo poder está en Allāh, el altísimo. Es una entrega como una gran recompensa, un esfuerzo bendito que consigue el bien común. Todos deberíamos seguir el ejemplo de Musa (as) en nuestra vida cotidiana, liberarnos de los faraones que intentan que no veamos la realidad y la trascendencia.

En el mismo Sahih de Bukhari (63/177) se nos cuenta como nuestro amado Profeta ﷺ les advirtió a sus compañeros que los judíos de Medina ayunaban el décimo día de Muḥarram, e hizo que toda su comunidad siguiera su ejemplo. El ayuno de Ashura honra al pasado y recordar la acción libertadora del Profeta Musa (as). Se trataba pues de una purificación liberadora. Y como agradecimiento a todo esto se liquida la zakat, una inversión del 2’5% de la riqueza personal en las personas necesitadas, precisamente el día de Ashura. Por todo esto, dicen los ḥadīthes que las faltas son perdonadas porque Allāh hace retornar la misericordia de sus siervos ante su propia creación. Es un ejercicio de humildad que nos hace ver cuanto poder guarda la misericordia (raḥma) de Allāh.

Tan importante como este es el recuerdo del día de la Ashura recordamos una fecha triste para cualquier creyente: el asesinato de Ḥussayn Ibn ‘Ali (ra) en la batalla de Kerbala. Para cualquier amante del Profeta ﷺ el asesinato de su nieto es una fecha de dolor y tristeza. Un asesinato cruel, premeditado y sin sentido. Una traición para el mundo y un, aparente, triunfo del mal y la injusticia. 

De nuevo es una gran oportunidad para trabajar nuestra resiliencia y nuestro silencio. Cualquier momento triste es incomparable con el dolor de nuestro amado Profeta ﷺ y de Sayyida Fatima Zahra (ra) ante la perdida de Ḥussayn (ra). Hay que trascender de lo aparente, de lloros y de exageraciones para entregarse al recuerdo (dhikr) sincero, al ejemplo de justicia de Ḥussayn (ra) frente a la diabólica violencia e injusticia social de Yazid Ibn Muawiyya. Es un ejemplo vital para nosotros, un aprendizaje en lo cotidiano. Es nuestra resiliencia.

El creyente sincero mira la realidad, recuerda a través del dhikr y no odia, porque la justicia y el destino (qadr) pertenecen exclusivamente Allāh. La paciencia (sabr) y la confianza (amana) es tan importante porque, según Ibn Ḥibban, igual que Allāh creó el mundo el décimo día del mes de Muḥarram lo hará terminar en la misma fecha. Pues en un día de Ashura, vivos y muertos seremos juzgados por Allāh, e insh’allah que podamos beneficiarnos de su infinita misericordia (rahma). Solo entonces tendremos auténtica libertad, la libertad de estar junto Allāh, el altísimo y en presencia de nuestro amado Muḥammad ﷺ.

Queridas hermanas, queridos hermanos elevemos nuestros dū‘a y pidamos Allāh, el altísimo, beneficiarnos de este bendito mes de Muḥarram de liberación, del día de Ashura, del acogimiento, de la justicia y la luz. Pidamos a Allāh que los ejemplos de justicia y grandeza moral del profeta Musa (as) y de Hussayn Ibn ‘Ali (ra) sean guía y camino para toda la comunidad. Pidamos, igualmente, a Allāh que tenga en lo más alto del jardín a los amados nietos de nuestro Profeta ﷺ, Hassan (ra) y Hussayn (ra), así como a toda su bendita familia y sus allegados.

Pidamos a Allāh, el altísimo, y la luz de su Mensajero ﷺ para que nuestros corazones no se consuman en el fuego de la inmediatez y las palabras, antes de atisbar la plena realidad (ḥaqq bi-l ḥaqq).

Pidamos a Allāh luz y salām para ser agradecidos con su creación y superar los miedos al poder auténtico que debe regir en nuestros corazones.

Pidamos a Allāh que, a través de la pureza, incremente nuestro imān, limpie nuestros corazones y los llene de luz muhamadiyya.

Pidamos Allāh que purifique el alma de nuestros antepasados, la nuestra, la de nuestros padres y la de todos los creyentes.

Dicho esto, pido a Allāh bendiciones para todos. Que nuestras palabras estén bajo la obediencia a nuestro rabb, el señor de los mundos.