Khutba: El Adab

Las alabanzas sean para Allāh, creador, el que inicia y el que crea las formas. La ṣalāt de Allāh y su salām sea sobre aquel que abre, sobre aquel que sella, sobre aquel que mantiene el absoluto valor, y sea sobre sus gentes, y sea sus compañeros en la excelencia hasta el día del juicio.

As-salām ‘alaykūm wa raḥmatullāh wa barakatuhu,

En la khutba de hoy hablaremos del vivir correctamente con cortesía, aquello que en árabe se dice adab. Este debe ser el pilar básico que vertebre nuestra sociedad, que nos proteja de los peligros y nos ayude a ser mejores con respecto a los otros.

Comportarse bien, correctamente y de acuerdo a la circunstancia es un mandato divino que se plasma en nuestro día a día. Un dictado de Allāh t’ala que tuvo un excelente ejecutor en la figura de nuestro amado Profeta Muḥammad (saws). Un modelo de comportamiento vital, de relacionarse con la realidad del que deberíamos aprender.

Hay consenso entre los sabios que el adab es algo fundamental, algo que todos los musulmanes han de tener y respetar. Un camino hacia una sociedad más justa y más interconectada. Y así nos lo hace saber Allāh en diferentes partes del Corán:

(24) ¿No ves como Dios propone la parábola de una palabra buena? Es como un árbol bueno, firmemente enraizado, que extiende sus ramas hacia el cielo, y que da sus frutos en cada estación con la venia de su Sustentador. (25) Y así es como Dios propone parábolas a los hombres, para que reflexionen sobre la verdad. (Corán, 14: 24-25)

(96) Pero ante lo que digan o hagan, repele el mal que hacen con algo mejor: Nosotros somos plenamente conscientes de lo que Nos atribuyen.  (Corán 23: 96)

(86) Si os saludan con un saludo de paz, corresponded con un saludo aún mejor, o al menos con otro igual. Ciertamente, Dios lleva cuenta en verdad de todas las cosas. (Corán, 4: 86)

Estas tres aleyas dejan claro que el adab, la cortesía es más que importante. Está prescrito por nuestro señor para llevarlo cada día. Es un mensaje que trasciende más allá de las palabras y que, igualmente, afecta a las acciones. La idea del árbol que da frutos según nuestro adab es algo muy importante y poderoso, y que debe hacernos reflexionar. Es un camino bendito, pero esa bendición la logramos nosotros mismos cada vez que tenemos el adab como un elemento fundamental. El adab implica hacer lo mejor aún no lo veamos, aunque nos hagan el mal, responder siempre con la sonrisa profética para que la baraka fluya entre nosotros.

La cortesía no solo debe ser con los humanos, también con el resto de la creación. El adab consiste en mantener el orden que Allāh ha dictado en la creación. Haciendo un paralelismo, el adab es como el acto de respirar, de no hacerlo la vida muere. Por ello, es tan importante para nosotros llevarlo a gala. Seguir el sendero del adab es islam.

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Si el Corán nos invita a seguir el adab, es en la tradición profética donde se nos enseña el cómo aplicarlo. Somos humanos y somos débiles, nuestra grandeza está en comprender la debilidad que todos tenemos. Nuestro ego (nafs) nos desafía, nos intenta asustar, intenta hacernos individuales, olvidar nuestro papel en la creación. El adab nos reafirma en ella, y siempre bajo el ejemplo de nuestro amado Profeta (saws). Él es nuestro ejemplo de buen comportamiento, de modales. Decía él (saws) en un ḥadīth lo siguiente:

«Hay un lugar en el paraíso para quien deja de discutir, incluso si tiene razón, y para alguien que abandona la mentira incluso por el bien, y para alguien que tiene buenos modales» (Abu Dawud 43: 28)

El adab es una guía hacia el jardín. Por eso, nuestro amado Profeta (saws) lo hacía en cada momento, con cada acción y lo compartía con los demás para clarificarnos el camino, para hacernos mejores. Un musulmán necesariamente necesita tener adab. Es su vínculo con Allāh t’ala, necesita guardar vínculos con la realidad y guardar a su comunidad de cualquier problema. Ese ser mejor persona con nosotros mismos y los demás es un signo nuestro.

La ausencia de adab es típico de aquellos que no quieren estar con la voluntad de Allāh. Aquellos que, inmaduramente, se miran así mismos en vez de la creación suele faltarles el adab, siendo un signo de cafres e hipócritas según nos ha mostrado nuestro amado Profeta (saws):

«Hay dos cosas que nunca pueden estar en un hipócrita: el adab y el fīqh de la religión». (Jami’ Tirmidhi, 41:40)

El ḥadīth es contundente: La gente que ama Allāh no puede permitirse ni no tener adab ni no comprender la jurisprudencia (fīqh) que rige nuestra vida. Y es que ese adab actúa atrayendo a la gente buena, a los que tienen la misma idea que nosotros. De hecho, al respecto decía el gran shaykh al-Islam Ibrahim Niasse: «Allāh Hazme que esté con la mejor compañía, y de los mejores que estén contigo». En este sentido el adab es una protección para nosotros y los nuestros. Y hay un ḥadīth bellísimo, con el que concluimos esta khutba, que nos dice cuán importante es el adab, cuando generación tras generación vuelve ese buen hacer para todos:

«No hay mayor regalo que un padre reciba de su hijo que el adab» (Jami’ Tirmidhi, 27:58)

Pedimos a Allāh subhana wa t’ala que nos de adab y sabiduría para vivir con armonía, paz y amor  junto a nuestra familia, nuestra comunidad, nuestros hermanos y el resto de la humanidad. Aceptando nuestras responsabilidades y el mandato divino.

Pedimos Allāh adab para todos los pueblos.

Pedimos a Allāh que, a través de su salam, incremente nuestro imān, limpie nuestros corazones y los llene de luz muhamadiyya.

Pedimos Allāh que perdone y otorgue paz a nuestros antepasados, a nosotros, a nuestros padres y a todos los creyentes.

Pedimos a Allāh que nos guie con adab en el ṣirāṭ al-mustaqīm (camino recto) y que Él acepte nuestra ‘ibada (adoración).

Dicho esto, pido a Allāh perdón y a todos. Que nuestras palabras estén bajo la obediencia a nuestro rabb, el señor de los mundos.