Las alabanzas más excelsas son para Allāh, el altísimo, el creador, quien inicia y quien moldea las formas de lo visible y lo invisible. La ṣalāt de Allāh y su salām sea sobre aquel que abre, sobre aquel que sella, sobre aquel que mantiene el absoluto valor y es digno de alabanza; sea, igualmente, sobre sus gentes y sobre sus compañeros en la excelencia hasta el día del juicio.

As-salām ‘alaykūm wa raḥmatullāh wa barakatuhu,

Queridas hermanas, queridos hermanos Muḥarram es un mes bendito, es el mes de la liberación. Los musulmanes tenemos dos fechas estos días que hacen que nuestros corazones se ensanchen y que comprendamos el sentido de la vida. La primera es la conmemoración del inicio de la hégira, la fundación de una nueva era en la comunidad islámica. La segunda es Ashura, un día clave para los musulmanes que tienen conciencia de la grandeza de Allāh, el altísimo.

El año nuevo islámico comienza con la primera luz de la luna de Muḥarram. Los musulmanes recordamos cada año como nuestro amado Profeta ﷺ huyó de Meca con sus compañeros y compañeras hacia la ciudad de Medina. Queridas hermanas, queridos hermanos si, nuestro Profeta ﷺ fue un refugiado, un migrante, pasó penurias y dolor, pero de esa experiencia nació la comunidad a la que miramos cada día como ejemplo. Una comunidad que cambiaría el mundo tal y como lo conocemos.

Una nueva época implica, necesariamente, un esfuerzo que Allāh, el altísimo, recompensa y un dejar atrás viejos hábitos y comodidades. Porque es Allāh es al-Fattaḥ, aquel que facilita y da las aperturas. El creyente (mu’min), como la luna, avanza día tras día en su camino haciéndose más fuerte, deseando la plenitud, brindándose a iluminar el camino. Para después volver al creador poco a poco, con la consciencia de lo bien hecho.

Y es esa luna nueva –aún muy débil frente a la oscuridad de la noche oscura– la que trae progresivamente asilo para el migrante, libertad para el oprimido y agradecimiento para los que ya están asentados y prosperan. Se trata de una vida nueva que Allāh nos ofrece año tras año. Los musulmanes no podemos olvidarnos de migrantes y oprimidos, porque toda la misericordia (raḥma) que vertamos sobre ellos será devuelta por Allāh multiplicada por diez.

El año nuevo para los musulmanes debe significar el nuevo compromiso y la reconexión con nuestro mundo, con nuestro lado social, con la justicia y con el bien común (maslaha). Por eso, el primero de Muḥarram es una fiesta resiliente. No hay una celebración con grandes fastos, ni fiestas con confeti. Al revés, es la fiesta del silencio, del recuerdo de la generosidad de Allāh, quien jamás olvida a sus criaturas. El musulmán es alguien que ama lo cotidiano y no lo excepcional.

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Poco antes de que luna llena ilumine el cielo tiene lugar el día de Ashura. Este día es más especial aún que el primero de Muḥarram. Es el día en el que resiliencia se convierte en acción, por eso se ayuna, se libera, se recuerda (zikr). Por eso, el nieto de nuestro amado Profeta ﷺ, Hussayn (ra), luchó valientemente y fue asesinado ese día.

Ashura es una fecha que la tradición islámica contempla, simbólicamente, como cósmica. Es el día de los Profetas. Ibn Hibban, uno de los más grandes sabios del siglo VIII, en su libro al-Taqasim wa al-Anwa relataba que el décimo día del mes de Muḥarram es el día en el que Allāh creó los cielos y la tierra. Igualmente es el día que expulsó e hizo regresar al Profeta Adam (as) y que hizo desembarcar al profeta Noé (as). También fue el día que Yusuf (as) se liberó del pozo donde le habían arrojado sus hermanos y el rey Dawud (as) se arrepintió entregándose por completo a Allāh el altísimo. Es una fecha de renacimiento, aceptación y liberación según los ejemplos proféticos.

Pero, sin duda, el hecho más significativo fue la liberación del pueblo judío de la tiranía del Faraón según se narra en diversas partes del Sahih de Bukhari (65/4737; 13/162; 30/109). Poco más hay que contar sobre esto, simplemente es inspirador en un mundo como el nuestro. En mi opinión pocas narraciones son tan sugestivas como esta. Todo se fraguó con las primeras luces de la luna de Muḥarram y se materializó su décimo día, poco antes de la luna llena. Allāh liberó a un pueblo esclavo, a través de la guía de Musa (as), haciendo gala de su omnipotencia frente al aparente poder terrenal del faraón. Una victoria que llevaba el sello de Allah.

La figura de Musa (as) es la de un líder cuyo poder está en Allāh, el altísimo. Es una entrega como una gran recompensa, un esfuerzo bendito que consigue el bien común. Todos deberíamos seguir el ejemplo de Musa (as) en nuestra vida cotidiana, liberarnos de los faraones que intentan que no veamos la realidad y la trascendencia.

En el mismo Sahih de Bukhari (63/177) se nos cuenta como nuestro amado Profeta ﷺ les advirtió a sus compañeros que los judíos de Medina ayunaban el décimo día de Muḥarram, e hizo que toda su comunidad siguiera su ejemplo. El ayuno de Ashura honra al pasado y recordar la acción libertadora del Profeta Musa (as). Se trataba pues de una purificación liberadora. Y como agradecimiento a todo esto se liquida lzakat, una inversión del 2’5% de la riqueza personal en las personas necesitadas, precisamente el día de Ashura. Por todo esto, dicen los ḥadīthes que las faltas son perdonadas porque Allāh hace retornar la misericordia de sus siervos ante su propia creación. Es un ejercicio de humildad que nos hace ver cuanto poder guarda la misericordia (raḥma) de Allāh.

Por último, el día de la Ashura recordamos una fecha triste para cualquier creyente: el asesinato de Ḥussayn Ibn ‘Ali (ra) en la batalla de Kerbala. Para cualquier amante del Profeta ﷺ el asesinato de su nieto es una fecha de dolor y tristeza. Un asesinato cruel, premeditado y sin sentido. Una traición para el mundo y un, aparente, triunfo del mal y la injusticia. 

De nuevo es una gran oportunidad para trabajar nuestra resiliencia y nuestro silencio. Cualquier momento triste es incomparable con el dolor de nuestro amado Profeta ﷺ y de Sayyida Fatima Zahra (ra) ante la perdida de Ḥussayn (ra). Hay que trascender de lo aparente, de lloros y de exageraciones para entregarse al recuerdo (dhikr) sincero, al ejemplo de justicia de Ḥussayn (ra) frente a la diabólica violencia e injusticia social de Yazid Ibn Muawiyya. Es un ejemplo vital para nosotros, un aprendizaje en lo cotidiano. Es nuestra resiliencia.

El creyente sincero mira la realidad, recuerda a través del dhikr y no odia, porque la justicia y el destino (qadr) pertenecen exclusivamente Allāh. La paciencia (sabr) y la confianza (amana) es tan importante porque, según Ibn Ḥibban, igual que Allāh creó el mundo el décimo día del mes de Muḥarram lo hará terminar en la misma fecha. Pues en un día de Ashura, vivos y muertos seremos juzgados por Allāh, e insh’allah que podamos beneficiarnos de su infinita misericordia (rahma). Solo entonces tendremos auténtica libertad, la libertad de estar junto Allāh, el altísimo y en presencia de nuestro amado Muḥammad ﷺ.

Pidamos Allāh que tenga en lo más alto del jardín a los amados nietos de nuestro Profeta ﷺ, Hassan (ra) y Hussayn (ra),así como a toda su bendita familia y sus allegados.

Pidamos Allāh beneficiarnos de este bendito mes de Muḥarram de liberación y acogimiento, de justicia y luz.

Pidamos Allāh que los ejemplos de justicia y grandeza moral del profeta Musa (as) y de Hussayn Ibn ‘Ali (ra) sean para toda la comunidad guía y camino.

Pidamos a Allāh que, a través de la pureza, incremente nuestro imān, limpie nuestros corazones y los llene de luz muhamadiyya.

Pidamos Allāh que purifique el alma de nuestros antepasados, la nuestra, la de nuestros padres y la de todos los creyentes.

Dicho esto, pidamos a Allāh bendiciones para todos. Que nuestras palabras estén bajo la obediencia a nuestro rabb, el señor de los mundos.

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