Hay ciertos obstáculos futuros que no están en nuestras manos atenuarlos antes de tiempo. Pero desde que creemos que vamos a enfrentarlos, enfocamos toda nuestra mente y energía en dichos sucesos que paradójicamente no se han dado aún.
Dejamos que el agobio nos azote como si se tratase del fin del mundo. Vivimos tensamente toda esa trayectoria, que parece eterna, para luego vivir otra vez el golpe final. Creamos un pánico sin razón alguna que nos aísla de todo detalle agradable que rodea nuestro día a día (nuestro vivir).
Pero todo, todo es cuestión de mente y fe.
Si a la mente se le educa con la fe, pocas cartas podrá mover la mente. Cuando tu fe abraza los niveles más profundos de monoteísmo, abres tu mente para darte cuenta que no hay nada en este mundo, ni la caída de la última hoja del árbol más aislado de la vista humana que no esté bajo la protección y manos de Allah. Absolutamente todo, lo oculto y visible, lo cercano y lejano, lo que tocamos y lo que no, lo que escuchamos y lo que no; está al descubierto ante Allah:
وَلِلَّهِ غَيْبُ السَّمَاوَاتِ وَالْأَرْضِ وَإِلَيْهِ يُرْجَعُ الْأَمْرُ كُلُّهُ
A Allah pertenece lo que no se ve de los cielos y de la tierra. De Él proceden todas las órdenes, así pues, adórale y confíate a Él. Tu Señor no está inadvertido de lo que hacéis.(Corán 11: 123)
Y al igual que acostumbramos nuestra mente a enfocarse en aquello que ni beneficia ni avanza, también podríamos acostumbrarla a lo que Allah nos manda: la fe. Si nos podemos auto-destruir con nuestros propios pensamientos, la fe también puede hacer que nos construyamos desde los escombros más amargos. La fe hace que veamos más allá de la preocupación, permite amoldar nuestra mente hacia la aceptación y satisfacción con el Decreto de Allah: todo lo que dista pero que se encamina hacia nosotros, no será pesadumbre eterna para el alma, sino reforma.
Ten presente que cuando la mente te abrume con lo que no esté entre tus manos, entiende que sólo es una forma para machacarte y perder la fe en la voluntad de Allah… y como no, en tu capacidad.
Nada es tan fácil como parece ni tan difícil como creemos, pero tampoco es para complicarnos los suspiros que en medio de las batallas dejamos.