﷽
Las alabanzas más excelsas son para Allāh, el altísimo, el creador, quien inicia y quien moldea las formas de lo visible y lo invisible. La ṣalāt de Allāh y su salām sea sobre aquel que abre, sobre aquel que sella, sobre aquel que mantiene el absoluto valor y es digno de alabanza; sea, igualmente, sobre sus gentes y sobre sus compañeros en la excelencia hasta el día del juicio.
As-salām ‘alaykūm wa raḥmatullāh wa barakatuhu,
Queridas hermanas, queridos hermanos vivimos en una época donde creemos que las conspiraciones son más importantes que Su Realidad (haqiqa). Unos y otros esgrimen teorías disparatadas que, rompiendo el sentido común, simplifican Su Realidad de forma burda. Por eso, me gustaría dedicar la khutba de hoy a este tema, complejo, difícil y desafiante que nos confronta. Y no le deberíamos dar más importancia salvo porque se desliza, como el susurro (was-was) del Shaytan en las comunidades, en las mentes de nuestras hermanas y hermanos. Y es Allah, el Altísimo, quien todo conoce.
El islam, el din pacificado, es un din de equilibrio y razón (‘aql). Debe primar en nosotros el reconocer un mundo complejo, pero, igualmente, la idea de que es Allah quien lo simplifica, quien todo lo sabe. Nada hay que temer porque todo está en Su mano, es Su creación y, sin embargo, a veces las fantasías nos juegan malas pasadas. Fantasías que nos conducen a lugares sombríos y sin luz, al miedo, a la ira, al odio. Pues no son profetas de Allah quien las enuncian, sino gente que sin din ni akhlaq quieren doblegarnos.
Las teorías de la conspiración son un producto tan propio de nuestra época y de nuestro mundo porque toca lo sentimental, el deseo y la fragilidad propia del ser humano. Desde la individualidad, desde el materialismo, desde la asfixia del ‘aql (la razón) y el lubb (el corazón cuerdo). Lo sentimental en tanto juega con nosotros mismos y con nuestro sentimiento de estabilidad y seguridad, el deseo en tanto se fomenta el deseo de poder, control y la falta de humildad ante Su Realidad. Es al final el complejo de fragilidad que tienen aquellos que no están pacificados ante Allah, que no se han entregado a Su Realidad, que tienen miedo de vivir una Sunna plena.
Y es que el Mensajero ﷺ, que representa esa luz del Altísimo para abrir nuestros corazones ante Su Realidad, no era ni un conspiranoico ni un falso profeta. Todo su conocimiento fue descendido por Él, el Altísimo, y lo que decía lo decía desde la revelación. Sin embargo, cuando nosotros jugamos a las conspiraciones y creemos que el mundo se rebela ante nosotros… ¡Ay! Traicionamos esa Sunna de pacificarse, de entregarse ante la Realidad para, únicamente, para parlotear y divagar sobre cosas que no nos corresponde vanamente desoyendo de lo que dice El Corán:
Y si obedecieras a la mayoría de los que habitan la tierra te harían errar de la senda de Allah. Tan solo asumen suposiciones, no ejecutan sino conjeturas. (Corán 6: 116)
Es así y las conspiraciones están fuera de la senda que Allah, el Altísimo, ha dispuesto para nosotros y para vivir un dinlleno de luz, alegría y belleza.
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Loado sea Allah, Señor de los Mundos pues a Él solo le compete la Sabiduría acerca de lo que ha creado. Y es así y será hasta que Él, Altísimo y bendito, dicte el final del mundo. Queridas hermanas, queridos hermanos los conspiracionistas son falsos profetas que intentan meter miedo para sacar partido. Una falta muy grave, una corrupción del conocimiento que repiten y repiten para fomentar miedo, miedo a que esta Realidad es más simple, en su complejidad dependiente de Él, de lo que nos parece. Se dice en el Corán:
Quien desee la gloria que sepa que la gloria es de Allah. Es a Él que se elevan las excelsas palabras y las acciones justas. Mas aquellos que conspiran tendrán un terrible castigo y su conspiración se desvanecerá. (Corán 35: 10)
Es así, conspirar no solo implica preparar la conspiración sino también difundir los bulos. El conspiranoico se atreve a enfrentar la realidad en la base de que él tiene conocimiento certero de algo de lo que ni siquiera tiene pruebas. La niya de una teoría de la conspiración siempre es mala, es la de calumniar, no aportar pruebas, difamar y aterrorizar. ¿Acaso alguien que aterroriza e intranquiliza a sus hermanos puede ser un creyente?
No. Es terrorífico que haya quien quiera controlar, que quiera encadenar a la gente en la superstición y en los ídolos. Y es que hoy los ídolos no son de piedra o madera, sino de palabras, de ilusiones y vanidades. Al final esa idolatría (shirk) no es sino un signo de su debilidad, de su falta de capacidad ante el din, de su miedo al re-conocer (ma‘rifa) la Creación de Allah, el Altísimo, con humildad.
Queridas hermanas, queridos hermanos es el islam un din de luz, abierto, de búsqueda, de realidad y humildad. Por eso, la ciencia ha florecido en nuestro din, por eso no tenemos a la verdad y es uno de los nombres de Allah, Al-Haqq, por eso el creyente sincero vive con gran sensibilidad sabiendo que hay un zahir (la realidad evidente) y un batin (la realidad oculta) que Allah ha dispuesto. No creamos ver las sombras en el zahir, no vivamos ni con miedo, ni con odio ni dejemos que se oxide el corazón. No temamos a la realidad porque solo conseguiremos perdernos y, finalmente, errar… Buscar la verdad (haqq) es una obligación para todo musulmán y difundir mentiras sin pruebas esos son los cafres, pues ya dice el Corán:
Y dicen los cafres: «Esto tan solo es un engaño, creado por él y con la ayuda gente». Mas, en verdad, ellos si que crean vileza y mentira. (Corán, 25: 4).
Los conspiranoicos se asfixian en su propia conspiración porque, al final, reciben lo que plantaros: angustia, temor, miedo y finitud. El camino al Jardín nos invita a reencontrarnos con nosotros mismos, a buscar y a descubrir que Su Realidad es más simple y que la luz del Mensajero ﷺ es la mejor antorcha ante las oscuridades de un mundo materialista, sin valores e individualista.
Quiera Allah darnos la posibilidad de buscar el camino sincero hacia Él. Quiera Allah que el conocimiento que de nuestras bocas salga sea certero y vaya impregnado de alabanzas hacia Él y hacia su sublime Mensajero ﷺ. Quiera Allah hacernos mejorar como creyentes y ser los dignos siervos de al-Haqq. Quiera Allah darnos el camino hacia Él con un corazón reverdecido y bendito. Quiera Allah darnos Allah. Amén.
Así, pidamos a Allāh, el Altísimo, y la luz de su Mensajero ﷺ para que nuestros corazones no se consuman en el fuego de la inmediatez y las palabras, antes de atisbar la plena realidad (ḥaqq bi-l ḥaqq).
Pidamos a Allāh luz y salām para ser agradecidos con su creación y superar los miedos al poder auténtico que debe regir en nuestros corazones.
Pidamos a Allāh que, a través de la pureza, incremente nuestro imān, limpie nuestros corazones y los llene de luz muhammadiyya.
Pidamos Allāh que purifique el alma de nuestros antepasados, la nuestra, la de nuestros padres y la de todos los creyentes.
Dicho esto, pido a Allāh bendiciones para todos. Que nuestras palabras estén bajo la obediencia a nuestro rabb, el señor de los mundos.