﷽
Las alabanzas más excelsas son para Allāh, el altísimo, el creador, quien inicia y quien moldea las formas de lo visible y lo invisible. La ṣalāt de Allāh y su salām sea sobre aquel que abre, sobre aquel que sella, sobre aquel que mantiene el absoluto valor y es digno de alabanza; sea, igualmente, sobre sus gentes y sobre sus compañeros en la excelencia hasta el día del juicio.
As-salām ‘alaykūm wa raḥmatullāh wa barakatuhu,
¿Akhlāq? ¿Ética? Más de una vez nos hemos preguntado cual es el significado profundo esas palabras. Dicen algunos, queridas hermanas y queridos hermanos, que son palabras vacías. Dicen otros que son palabras perdidas. Pero lo cierto es que esta palabra tanto en su variante árabe como en su impronta española son pilares centrales de la creencia espiritual y social. Sin ellas, nuestro dīn, entendido como camino, sería tortuoso para nosotros y para el resto de la creación de Allāh, el altísimo.
La palabra que hace referencia a la ética en árabe, akhlāq, está profundamente relacionada con la creación (khalq). Porque si crear, en los diccionarios árabes clásicos, es otorgar una medida u otorgar existencia delimitada, el significado profundo de la ética es mantenerse en perfecta proporción, en un orden dentro del orden dado, en equilibrar microcosmos y macrocosmos. Es un ajustar(se) –otro de los significados de kh-l-q como raíz– a la realidad que Allāh, que exaltado sea su nombre, ha dispuesto en sus Mundos.
Tomar la medida de la realidad es el valor de un ser creado con conciencia, máxime si su conciencia es trascendente (taqwa). Todos los textos proféticos que convergen en la tradición islámica enseñan la necesidad de mantenerse en la justa proporción, en no tener un “deseo” de extralimitarse ni de “querer algo más allá” de lo que ha dispuesto Allāh en su qadr. Y ante esto, el mejor ejemplo es el profeta Muḥammad ﷺ, quien con su enorme apertura –algo que apreciamos en el Corán, el ḥadīth y su biografía– vino a demostrarnos que para trascender hacia lo mejor (khayr) que podemos hacer es equilibrar lo espiritual con lo terrenal.
El islam no es una praxis espiritual del desapego, ni de la mortificación, ni del sufrimiento. Al contrario, lo es de la buena vida, de las sonrisas y del goce. Una musulmana, un musulmán disfruta de la vida en su sentido más amplio, en su sentido más social. Allāh, el altísimo, ha dispuesto buscar el bien, y el bien jamás debe incluir la búsqueda intencionada del sufrimiento. Porque se sufre para apreciar la alegría, pero ese sufrimiento aparente e incontrolable es apertura dentro de los dictados (qadr) de lo divino.
La espiritualidad islámica es la mística de lo cotidiano, la trascendencia con el goce más simple. Por ejemplo, sabemos que nuestro amado Profeta ﷺ disfrutaba de la comida, con su familia, de sus negocios y que en todos esos momentos decía alḥāmdulillāh. Ahora bien, siempre desde el akhlāq, siempre desde la ética. Ni comía en exceso ni desperdiciaba comida, ni estafaba a la gente en los negocios ni se lucraba inmoralmente con ellos, ni cosificaba a las mujeres ni era un libertino. De ese termino medio, de ese término saludable de la experiencia profética es donde se construye la ética (akhlāq) islámica. El camino del islam es siempre una vía medial y recta, todo lo que se salga de ella seguramente nos lleve a otros lugares, pero no a Allāh.
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La ética (akhlāq) falta en nuestro mundo. Y si falta la ética, falta la espiritualidad. Hoy nos intentan vender espiritualidades sin ética y éticas sin espiritualidad. Qué cosa más absurda ¿verdad? La ética necesita de una motivación trascendente, metafísica, para que sea efectiva. Y la espiritualidad necesita de un punto de anclaje a tierra para que no se convierta en palabras vanas y desvaríos vertiginosos.
Decíamos que el Profeta ﷺ estuvo siempre un término medio y lo fue siempre porque su espiritualidad tenía correlato con el mundo físico, no renegaba de él. Y, a la vez, su interacción con el mundo físico era siempre espiritual, llena de taqwa y raḥma. ¿A qué es bello e interesante? Si, es el camino puro…
Eso es a lo que tenemos que aspirar en nuestra vida cotidiana, eso es lo que tenemos que buscar en nuestro día a día. Contiene un valor inmenso, tal que solo invita a las aperturas, que se aprecia la sakina cuando actuamos con akhlāq. Una adoración (‘ibada) de las más bellas es, sin duda alguna, la de los actos, la de la ética. Actuar correctamente para con toda la creación es una de las formas más sublimes de adoración. Podríamos pasar la noche entera en vela rezando y postrándonos, que si después actuásemos dominados por el nafs (ego) o sin la conciencia de mantener la proporción en el mundo no habría servido para nada. El akhlāq es un dhikr de los actos, así como el wird es un dhikr de la boca. De nada sirve el pensamiento y la boca, si la actitud de nuestro corazón (qalb) no lo refrenda nuestra vida con actos concretos para los otros. El islam es una espiritualidad de darse, más que de manifestarse.
Queridas hermanas, queridos hermanos, casi nadie nos habla de ética en estos días, en nuestras casas. Muchos de los que hablan prefieren la moral, que está enraizada en las costumbres y no en la conciencia profunda y meditada de la realidad. Transcender, sinceramente, exige una actitud reflexiva en nosotros mismos. No valen costumbres, ni tradiciones sino un sopesamiento de que somos nosotros ante la creación.
Por eso, la Sunna no es simplemente una tradición, sino que son acciones cristalizadas en el tiempo, tan reales que no han perdido un ápice de frescor. Akhlāq en estado puro. Y por eso nosotros, los creyentes, la seguimos y las practicamos. El ejemplo del profeta no es, simplemente, sabiduría o dichos, es una forma de vivir y actuar dominada por la ética para con lo trascendente. ¿Sois conscientes de que significa eso?
Algo tan grande que nos sobrepasa y, necesariamente, nos sobrecoge, así que envueltos en taqwa y conscientes del brillo de la luz (nūr) muḥammadiana tenemos que actuar con la intención (niyā) más pura, con la acción más purificada para que nuestro akhlāq equilibre nuestras acciones. Todo envuelto con la más sublime melodía del dhikr para alcanzar la verdadera ḥaqīqa (realidad).
Así que mis queridas hermanas y queridos hermanos, pidamos a Allāh, que exaltado sea su nombre, la máxima purificación para que nuestras acciones equilibren mundos y seamos garantes del orden que se ha dispuesto que guardemos siguiendo el ejemplo del profeta Muḥammad ﷺ.
Pidamos a Allāh, el altísimo, y la luz de su Mensajero ﷺ para que nuestros corazones no se consuman en el fuego de la inmediatez y las palabras, antes de atisbar la plena realidad (ḥaqq bi-l ḥaqq).
Pidamos a Allāh luz y salām para ser agradecidos con su creación y superar los miedos al poder auténtico que debe regir en nuestros corazones.
Pidamos a Allāh que, a través de la pureza, incremente nuestro imān, limpie nuestros corazones y los llene de luz muhamadiyya.
Pidamos Allāh que purifique el alma de nuestros antepasados, la nuestra, la de nuestros padres y la de todos los creyentes.
Dicho esto, pido a Allāh bendiciones para todos. Que nuestras palabras estén bajo la obediencia a nuestro rabb, el señor de los mundos.