﷽
Las alabanzas más excelsas son para Allāh, el altísimo, el creador, quien inicia y quien moldea las formas de lo visible y lo invisible. La ṣalāt de Allāh y su salām sea sobre aquel que abre, sobre aquel que sella, sobre aquel que mantiene el absoluto valor y es digno de alabanza; sea, igualmente, sobre sus gentes y sobre sus compañeros en la excelencia hasta el día del juicio.
As-salām ‘alaykūm wa raḥmatullāh wa barakatuhu,
El primer resplandor de la luna de anoche marcó el final de Ramadán. Esta mañana, un día especial como pocos, nos hemos despertado sin tener que prepararnos para el ayuno, sin pensar en las posibles dificultades del día. Durante tres días y tres noches desciende la baraka del Altísimo, rompemos con la rutina del pasado para centrarnos en el presente, un presente que pertenece a Allāh. El mes de Shawwal es el mes del presente, en el que lo múltiple se vuelve uno.
Que encontremos sentido a unirnos más allá de la multiplicidad es algo que aprendemos durante el Ramadán. En las largas horas de ayuno, en las sesiones de tarawih, ante el Corán en nuestra habitación, en los dars (clases) y en los majlīs (encuentros) o preparando la mesa a la hora del Iftar. Hoy, ya purificados todos, damos gracias a Allāh por poder experimentar todo esto. Porque esto nos hacen incrementar nuestro islam y nuestro imán (nuestra confianza en Allah) y nos pone en la vía del iḥsān (la excelencia). Ramadán es el mes del viaje interior y la cosecha, como Dhu-l Ḥijja es el mes del sacrificio y del viaje exterior hacia La Meca, hacia la casa de Allah, el Altísimo. Quizás exhaustos, pero plenos de alegría.
Exhaustos porque hemos tenido que quemar mucha hojarasca de nuestros propios egos, exhaustos porque nos enfrentamos solos a la realidad, exhaustos por los errores que cometimos y para los que con sinceridad estaba en como nos acogió Allāh, el Altísimo. Exhaustos por una vida mundanal que nos hace caer en el olvido (ghafla) y nos hace apartarnos del recuerdo (dhikr).
Este mes que ha acabado ha sido el mes de la ‘ibāda en un mundo sin ella, ha sido el mes del silencio en un mundo de ruido, ha sido enfrentarnos con nosotros mismos y, sin embargo, como veis estamos celebrando el triunfo de la vida y su plenitud en una mesa bien dispuesta, compartiendo con nuestros seres queridos. Allāh ha querido hacernos conscientes de la gran bendición que esto significa.
Sembramos en el mes Rajab, observamos como crecía la cosecha en Sha’ban y recogimos los frutos en Ramadán, quemando los rastrojos en sus últimos diez días. Y es ahora, queridas hermanas y queridos hermanos, el tiempo para disfrutar de todas esas buenas acciones e intenciones que han dado sus dulces frutos tras el esfuerzo de estos meses.
Quiso Allāh, el altísimo, que hayamos superado el ayuno con el hambre y la sed, con las pruebas de nuestra débil razón (‘aql) y con un corazón engrandecidos. Estas bendiciones son las que nos permiten sobrevivir en un mundo complejo, lleno de sombra y aristas, llegando más allá de lo que nosotros mismos podemos imaginar. El extraño piensa que el hambre y la sed es duro, pero más duro es vivir en un mundo donde el corazón siente dolor cuando se dirige a la creación y ve el olvido (ghafla) del que muchos seres humanos participan. Pero para nosotros no es así, llegamos mucho más lejos. Ramadán es una advertencia de que la aparente fragilidad es fortaleza, y que sobrevivimos a lo que otros llaman dificultad.
***
Este bendito día lleva parejo la solidaridad, el recuerdo de como nos retribuimos con el rizk que se nos ha dado. Hemos entregado nuestro dos zakat: el zakat al-maal y el zakat al-fitr. La fiesta del ‘Eid implica necesariamente raḥma (misericordia) con quienes más lo necesitan, por ello la ruptura del ayuno es una acción de gracias, pero, igualmente, un ponerse en acción ante nuestro mundo. No es caridad sino justicia.
El zakat al-fitr, esa redistribución de nuestra riqueza que damos antes de la oración de Eid, otorga la posibilidad de dar a los que menos tienen una festividad plena, un regocijarse sin preocupaciones en un día tan especial como hoy. La sunna original era dar el 2,5% de los excedentes de alimentos, con un gran valor simbólico. Se daba vida y se evitaba que ese alimento excedente se echase a perder o se convirtiese en un producto de especulación. Hoy son unos 5€ por persona, pero más allá del dinero, deberíamos pensar en ese símbolo, en la justicia que supone que el excedente de alimentos nuestros no se eche a perder y podamos compartirlo con quienes más lo necesitan en la comunidad.
Pero no nos engañemos, lo importante no es celebrar el día de hoy con banquetes y grandes fiestas, sino celebrarlo con felicidad, amor y de corazón. Con los que queremos, dando las gracias por cada momento que vivimos. De poco sirve que cocinemos un gran cordero y tengamos una mesa llena de dulces, si después somos incapaces de mirar a otra persona con sinceridad y hermandad. Si acompañamos este zakat con tazkiyya (purificación del corazón), queridas hermanas y queridos hermanos, encontraremos una oportunidad maravillosa para avanzar en nuestro camino dentro del dīn y seguir creciendo.
Y así, en el día de hoy llenos de baraka y bendiciones vemos el sol, de nuevo, y damos las gracias por lo afortunadas que son nuestras vidas. Quiera Allāh, exaltado sea su nombre, guardamos por muchísimos años más, transmitiéndonos toda su plenitud y sus bendiciones en nuestra vida cotidiana. Quiera Allāh alzarnos en la excelencia y nos permita seguir la senda de nuestro amado Muḥammad ﷺ durante muchos años y que los que vivamos según este ejemplo gocemos de una intensa paz y una brillante felicidad.
Queridas hermanas y queridos hermanos, ¡Eid Mubarak! para vosotros y para todos vuestros seres queridos. Y permitidme que pidamos todos a Allāh, como du‘a final, en este día lo siguiente:
Pidamos a Allāh el altísimo, y la luz de su Mensajero ﷺ por todos aquellos que, en cualquier parte del mundo sin distinción de raza o religión, sufren y son perseguidos por aquellos que expanden la corrupción y promueven la injusticia, por aquellos que pasan hambre y sed de verdad, por los que están enfermos o impedidos. Que Allāh aligere sus cargas y alivie sus sufrimientos con el verdor de su frondoso Jardín.
Pidamos a Allāh, el altísimo, y la luz de su Mensajero ﷺ para que nuestros corazones no se consuman en el fuego de la inmediatez y las palabras, antes de atisbar la plena realidad (ḥaqq bi-l ḥaqq). Y que purificados alcancemos la fitra en este complejo presente.
Pidamos a Allāh luz y salām para ser agradecidos con su creación y superar los miedos al poder auténtico que debe regir en nuestros corazones.
Pidamos a Allāh que, a través de la pureza, incremente nuestro imān, limpie nuestros corazones y los llene de luz muhamadiyya.
Pidamos Allāh que purifique el alma de nuestros antepasados, la nuestra, la de nuestros padres y la de todos los creyentes.
Dicho esto, pido a Allāh bendiciones para todos. Que nuestras palabras estén bajo la obediencia a nuestro rabb, el señor de los mundos.