Las alabanzas más excelsas son para Allāh, el altísimo, el creador, quien inicia y quien moldea las formas de lo visible y lo invisible. La ṣalāt de Allāh y su salām sea sobre aquel que abre, sobre aquel que sella, sobre aquel que mantiene el absoluto valor y es digno de alabanza; sea, igualmente, sobre sus gentes y sobre sus compañeros en la excelencia hasta el día del juicio.

As-salām ‘alaykūm wa raḥmatullāh wa barakatuhu,

Queridas hermanas, queridos hermanos, os habéis parado a pensar ¿cuánto en una noche fría y oscura anhelamos un rayo de sol? Ese primer rayo del alba, débil aún, es el fajr. Allah, el Altísimo, nos invita a romper nuestra oscuridad con la de su Creación y que lo recordemos haciendo una de las ‘ibada más bellas y poderosas: la azalá de fajr.

Fajr es tiempo marcado, pero también es nuestro renacimiento. Un tiempo que es enfatizado con el juramento que hace Allah hace en la sura 89 del Corán, un juramento que pone de relieve el poder del fajr en sí. Y es que la Creación (khalq) renace y el ser humano revive de la pequeña muerte que supone el sueño. La aurora, el fajr, marca el final de un tiempo para volver a ser. Marca el momento de retornar a nuestra ‘ibada ya sea esa bendita azalá o el comienzo del ayuno en el mubarak mes de Ramadán.

Simbólicamente, desde un punto de vista etimológico, el fajr es el momento del corte de la luz en el cielo de la noche, la visión de la fuente y la generosidad, un lugar de donde brota y emana el agua. Por eso, el fajr es tan importante porque nos nutre espiritualmente, por eso era el momento favorito de nuestro amado Mensajero ﷺ y de la mayoría de los sabios y maestros del islam.

Es tal momento de poder que Allah, el Altísimo, aprovecha para beneficiar a los creyentes que se esfuerzan contra su ego (nafs) despertándose y estableciendo la azalá en ese momento. Tan solo dos rakats, recitadas en voz alta, que terminan de despedir a la noche que comenzó a la caída de la tarde, el maghrib, y que dan la bienvenida al nuevo día. Y el muecín dice al hacer su llamada a la azalá: «La azalá es mejor que dormir».

Decía Ibn ‘Arabi, en su monumental Futuhat al-Makiyya, que esa primera luz alumbra nuestra inteligencia e ilumina nuestra parte espiritual que en ese momento se debe hacer consciente de la fuerza del instante mientras hacemos nuestra azalá pues junto a nuestro salam va el salam de la propia creación.

Queridas hermanas, queridos hermanos debemos fijarnos más en el simbolismo que esconde nuestra ‘ibada y que, en demasiadas ocasiones, mecanizamos en exceso nuestra vida olvidando que todo tiene un correlato en la Creación (khalq) de Allah, el Altísimo. Es por ello que fajr no es un momento más, sino que es aquel instante que comienza a latir (āqlab) el Universo. ¿Acaso vamos a creer que podemos estar fuera de él? ¿No nos vamos a beneficiar de ello?

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Hay un gran numero de hadices que nos invitan a reflexionar sobre este sagrado momento, pues nuestro amado Profeta ﷺ nos lo dejó bien claro y los libros que recogen su Sunna. Todos estos hadices buscan que nos concienciemos de lo importante que es y de todo lo que hemos hablado antes. Por ejemplo, antes de fajr existen dos rakats prescritos en la Sunna y que se justifican en este hadiz:

Narró Aisha (ra) que el Profeta ﷺ dijo: «Los dos rakats antes de la azalá de fajr son mejores que este mundo y todo lo que contiene» (Riyad al-Salihin, 1102)

Y tiene mucha lógica antes de asumir todo lo anteriormente dicho, nos encontramos con este hadiz en el que él ﷺ nos invita a un acto de ‘ibada anterior que nos sintoniza, precisamente, con ese latir del Universo, con ese ritmo que Allah dispone en su creación. Esta fue una Sunna muy prescrita porque nos hace entrar con la conciencia precisa (taqwa) en el instante de fajr. Las Sunnas prescritas tienen esa función alinearnos en esa tawba hacia Allah.

Igualmente hay en la Sunna una orientación a advertirnos que los horarios difíciles, el fajr y el asr, tiene un valor especial. Así dice el Mensajero ﷺ:

Escuché del Mensajero de Allah ﷺ: «No entrará en el Fuego que haga azalá antes de que el sol aparezca y antes de que caiga» (Sahih Bukhari, 3240).

Es una exhortación a esa férrea voluntad de tener a Allah, y su ‘ibada, presente aun estemos en una función biológica, dormir, o en una función social, trabajo. El Fuego viene a ser no solo escatológico sino terrenal en el sentido que nos domina y nos impide poder conectar con Allah, perdemos, por tanto, la taqwa (conciencia de Allah). Pues como dice otro hadiz, el fajr siempre es observado por Allah y sus ángeles (Sahih Bukhari, 4717). Por eso, decía Ibn ‘Arabi que había gran conexión en ese instante sobre otros y la protección se hace efectiva contra cualquier mal.

Fajr puede parecer incomodo, pero, como hemos visto, sus bendiciones tienen más que ver con nosotros mismos y nos exhorta a meditar sobre la ‘ibada. El sol es medida, es cómputo y baraka para nosotros como lo es la noche. La azalá es para Allah, pero está dispuesta para que nosotros vivamos con un orden, con un cuidado. Es un momento maravilloso para recordar (tadhkira) tanto el Corán como a Allah, el Altísimo, para sentir la conexión con el mundo que vuelve a emerger, que vuelve a entrar en esa creación dinámica (khalq al-jadid).

Queridas hermanas, queridos hermanos el fajr es ese instante que necesitamos cada día para sentirnos en libertad, después de haber doblegado a nuestro ego (nafs) y haber empezado a latir al ritmo de la Creación que ha dispuesto el Altísimo. Ese instante que nos atraviesa tan necesario para sincronizarse con la realidad y propiciar no vivir fuera de ella. Es a eso a lo que aspiramos como creyentes sinceros en una ‘ibada consciente y libre, buscando la plenitud y encajar en un cosmos del que somos sus califas. Quiera Allah darnos la consciencia (taqwa) para saborear las acciones y vivencias y vivir en plena entrega. Amén.

Pidamos a Allāh luz y salām para ser agradecidos con su creación y superar los miedos al poder auténtico que debe regir en nuestros corazones.

Pidamos a Allāh que, a través de la pureza, incremente nuestro imān, limpie nuestros corazones y los llene de luz muhammadiyya.

Pidamos Allāh que purifique el alma de nuestros antepasados, la nuestra, la de nuestros padres y la de todos los creyentes.

Dicho esto, pido a Allāh bendiciones para todos. Que nuestras palabras estén bajo la obediencia a nuestro rabb, el señor de los mundos.