Las alabanzas más excelsas son para Allāh, el altísimo, el creador, quien inicia y quien moldea las formas de lo visible y lo invisible. La ṣalāt de Allāh y su salām sea sobre aquel que abre, sobre aquel que sella, sobre aquel que mantiene el absoluto valor y es digno de alabanza; sea, igualmente, sobre sus gentes y sobre sus compañeros en la excelencia hasta el día del juicio.

As-salām ‘alaykūm wa raḥmatullāh wa barakatuhu,

Queridas hermanas, queridos hermanos un juma‘a más nos congregamos juntos para recordar a Allah, el Altísimo. Aprovechamos este instante para reunirnos y pensar sobre lo que acontece. Son estos tiempos oscuros, complejos, en los que nos encontramos tan desorientados, pero alhamdulillah es la rahma de Allah la que nos permite sobrevivir. Son estos tiempos de renacimiento para ídolos, donde el reino de Moloch se impone poco a poco, tiempos que exigen esfuerzo en nuestras mentes y nuestros egos para no quedar atrapados. Los ídolos tienen forma sutil, pero siguen siendo esencialmente lo mismo que en los tiempos de nuestro amado Mensajero ﷺ —de quien este fin de semana celebramos su nacimiento— dice el Corán:

Y el Día que los congreguemos a todos, entonces, Nosotros les diremos a los idólatras: «Permaneced ahí junto a vuestros ídolos», luego, Nosotros los separaremos los unos de otros y sus ídolos dirán: «¡No era a nosotros a quien adorabais! (Corán 10: 28)

Hoy quería traeros algo distinto, algo para meditar en positivo. No debería bastar con mensaje morales con moralina, como los que hemos visto esta semana en algunas redes, no debería bastar con señalar como inquisidores con ideologías sobre otras personas, pues el juicio es de Allah, Altísimo y Poderoso, y la rahma también. Si nos comportamos como inquisidores estamos cayendo en la idolatría de la idea, del dogma que el din del islam, afortunadamente, no tiene. En el islam se aconseja, en privado, y sobre todo se medita sobre uno mismo, de lo contrario los ídolos nos poseen… Solo hay que mirar como la Creación y la naturaleza no actúan bajo la apariencia de los ídolos. Dice el Altísimo en el Corán en la sura de Las abejas:

¿Acaso no ven cómo Allah ha creado todo, con una sombra que se inclina a la derecha y a la izquierda, prosternándose humildemente ante Allah? Y es que ante Allah todo lo que está en los cielos y la tierra se prosterna, cada animal que se mueve, cada uno de los ángeles y estos sin arrogancia alguna. Rendidos ante su Señor que sobre ellos está, haciendo lo que se les ordena. (Corán 16: 48-50)

En la naturaleza no hay ídolos porque hay un perpetuo recuerdo (tadhkira) sobre Allah. Un recuerdo que da la libertad frente a la imagen, frente a la idea, frente a la tentación de la rebelión. Un recuerdo de un presente eterno que abrasa la arrogancia de querer controlar algo… Solo el ser humano se atreve a ello con inesperadas consecuencias.

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Queridas hermanas y queridos hermanos la sura de Las abejas nos ofrece un marco envidiable para comprender la realidad (ḥaqīqa), os voy a proponer una meditación breve sobre ella. Hay en esta sura una crítica a los idólatras, quienes contraponen su visión materialista y finalista en la naturaleza, no la aprecian como símbolo de Allah. Lo creado por Allah recuerda a su creador e invita al ser humano a entregarse a Él, pero frente a esto la rebeldía de algunos seres humanos se manifiesta. Es la fitra implícita en la naturaleza que, igualmente, opera en nosotros. Ya desde el comienzo (Corán 16: 5-17) se hace un panorámica general de como la naturaleza incide sobre la humanidad: el cobijo, el alimento, el camino por tierra y por mar, los signos celestes y su utilidad para medir el tiempo entre otras cosas. La multiplicidad se dispone como un signo de riqueza y de bendiciones lleno de símbolos en los que el creyente solo reconoce a Allah.

Ante esto, la manifestación de la vida, los idólatras adoran las piedras, la materia informe a las que ellos creen dar vida. Un culto que será para ellos nefasto, pues nada les aporta salvo apartarse de la realidad (Corán 16: 18-29). Como es usual en el Corán, la sección concluye con una mención al Jardín del Edén, frente a la Gehena, a la que accederán los justos. La justicia se construye en uno mismo, se nos explica como máxima moral, las acciones determinan el mundo que ha de venir en el momento presente (Corán 16: 30-34). Precisamente, la revelación llega a dictaminar (Corán 16: 35-47) ese comportamiento y esa visión de la realidad ecosófica (sabiduría a través de la naturaleza). La naturaleza contiene elementos de recuerdo suficientes para afirmar el poder de Allah.

Es el viaje (Corán 16: 36), en una clara metáfora simbólica de la experiencia, el que permite discernir junto con la observación: por una parte, la de la caída de los antiguos, por otra la de esa ecosofía que permite ver como el ser humano es una pieza privilegiada de la Creación. Por ello, se dice que todo lo creado con sombra se inclina ante Allah desde los ángeles a los animales ante la orden de su Señor (Corán 16: 48-50). Este fragmento no deja de ser un fascinante espacio de meditación para el ser humano justo antes que se afirme la unicidad divina. Ante esto se contrapone la cultura heredada, a veces tan nefasta, que lleva a afirmar prácticas como el mal trato a las hijas que ocurría en la Arabia pre-islámica (Corán 16: 56-63). El Corán menciona que esta gente que tan arraigados está en las manifestaciones culturales olvidan la revelación y la vida que habrá de venir, prefieren los mundano y sus deseos.

La siguiente sección de esta sura vuelve a usar a la naturaleza como símbolo de abundancia y rahma (Corán 16: 64-82). Del mismo modo que del cielo se desciende el Corán vivificando al ser humano, el agua desciende a la tierra vivificando la tierra yerma. De ella surge la vid con el mosto, la palmera con el dátil que se convierte en recuerdo de que de un suelo yermo puede surgir un fruto dulce. Por otra parte, se hace hincapié en las abejas como símbolos del poder de Allah, a quien Él ha revelado una misión que cumplen recordándole, constituyéndose como seres benditos que portan una sabiduría más allá de la lógica. El Corán, igualmente, menciona que hay diferentes tipos de miel y sus beneficios para el ser humano. Allah otorga la provisión (rizq) a cada uno según sus posibilidades y se hace énfasis en esta sección que Allah conoce lo oculto otorgando progresivamente el conocimiento. La causa final de la naturaleza converge en Él que actúa como cohesión de lo que experimentamos. Frente a ellos los cafres son quien habiendo experimentado y conociendo todo esto lo niegan (Corán 16: 84-89).

Los ídolos, a menudo, intentan controlar con violencia la naturaleza. La crisis que estamos experimentando viene de esta idea: un excesivo materialismo, un reduccionismo frente al símbolo que representa. Si se sacrifica la fitra, desafortunadamente, vemos como nuestro mundo muere y como nos olvidamos (ghafara) de la Realidad trayendo esa forma tan cafre de vivir.

Quiera Allah dejarnos imbuir en el dhikr de la naturaleza y permitirnos destruir los ídolos que invaden nuestra vida. Quiera dejarnos sentir la plenitud y la vida con todas sus dificultades. Quiera Allah que la ideología no nos secuestre ni que se convierta en nuestros ídolos. Quiera Allah hacer de nuestro corazón una Kaaba vacía y libre de ídolos, albergándole solo a Él, Altísimo. Quiera Allah que sigamos la fitra y la luz de su Mensajero ﷺ. Quiera Allah darnos Allah.

Pidamos a Allāh luz y salām para ser agradecidos con su creación y superar los miedos al poder auténtico que debe regir en nuestros corazones.

Pidamos a Allāh que, a través de la pureza, incremente nuestro imān, limpie nuestros corazones y los llene de luz muhammadiyya.

Pidamos Allāh que purifique el alma de nuestros antepasados, la nuestra, la de nuestros padres y la de todos los creyentes.

Dicho esto, pido a Allāh bendiciones para todos. Que nuestras palabras estén bajo la obediencia a nuestro rabb, el señor de los mundos.

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