﷽
Las alabanzas más excelsas son para Allāh, el altísimo, el creador, quien inicia y quien moldea las formas de lo visible y lo invisible. La ṣalāt de Allāh y su salām sea sobre aquel que abre, sobre aquel que sella, sobre aquel que mantiene el absoluto valor y es digno de alabanza; sea, igualmente, sobre sus gentes y sobre sus compañeros en la excelencia hasta el día del juicio.
As-salām ‘alaykūm wa raḥmatullāh wa barakatuhu,
Queridas hermanas y queridos hermanos, un viernes más seguimos explorando las palabras de Sayyidina Muhammad ﷺen la recopilación de los cuarenta hadices que hizo Shah Waliullah (ra). Pequeños momentos de reflexión y meditación para encontrarnos en la Sunna, para aprender a vivirla. Un recuerdo (tadhkira) necesario en un mundo en el que las sombras avanzan a pasos agigantados. El hadiz de hoy dice así:
مَا قَلَّ وَكَفَى خَيْرٌ مِمَّا كَثُرَ وَأَلْهَى
Ma qalla wakafa khayrun mimmā kathura wa alhā
Un poco que satisface es mejor que una abundancia que distrae
(Musnad al-Daylamī, 6606)
Esta es una narración perfecta para un momento como el que vivimos, en el que la distracción (ghafla) está omnipresente. Nos han hecho creer, hermanas y hermanos, que el materialismo y el individualismo es la clave para satisfacernos. ¿Saciar nuestros deseos? Debería serlo… Sin embargo, se convierte en una experiencia poco menos que brutal y desalentadora. Vivimos en un mundo en el que muy poco nos satisface y mucho nos distrae del verdadero trabajo —que como decía el proverbio árabe que, más tarde, reelaboraría Al-Ghazali— «Quien se re-conoce a sí mismo, re-conoce a su Señor» [man ‘arafa nafsahu faqad ‘arafa rabbahu] (Ḥilyat al-Awliyā’ 10/208).
Nuestro mundo prima la prisa, el aquí y ahora, la productividad y la competitividad. Sinceramente, ¿a qué nada de eso nos sacia? No, se nos pide más y más y notamos como el aire marcha de nuestro pecho y este se estrecha… Es el drama de nuestro tiempo que, sin embargo, el Profeta ﷺ supo ver con su basira (visión profunda). La hiperrealidad en la que vivimos nos pide tener más de todo y, a la vez, cuanto más tenemos menos valoramos. Dice Allah, Altísimo, en el Corán: «No se fatiga el hombre de implorar el bien, mas si un mal le golpea como se desespera, como se desanima» (Corán 41: 49)
Hemos perdido la capacidad de medir las pruebas, de medirnos a nosotros mismos, con tanta abundancia vacía, pues la verdadera abundancia llegará en el Jardín donde nada ha de faltarnos. Queridas hermanas, queridos hermanos, por eso el hadiz nos invita a meditar sobre que un poco que llena es mejor que mucho que distrae. La distracción del ego, de la avaricia, del deseo aún conozcan el camino, pues así dice Allah, el Altísimo, en el Corán: «Si sigues tus deseos después de que a ti haya venido el conocimiento, no habrá quien te proteja de Allah» (Corán 13: 37). Ser consciente de lo suficiente es aplicar la taqwa (conciencia de Allah) a la vida que vivimos. Y Él, Altísimo y Poderoso, sabe más.
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El bien, queridas hermanas y queridos hermanos, está en la moderación en el equilibrio. Poco, en su justa medida, no es escasez sino bien. Es la completitud que nos aguarda y nos permite crecer. El mejor ejemplo podríamos darlo con el agua, cómo cuando se riega justamente una planta para que sus raíces no se pudran. Lo poco llama a lo poco y fluye poco, pero, paradójicamente, nunca falta como en un riachuelo subterráneo. La abundancia excesiva es como una charca donde el agua se pudre y surgen insectos nocivos y enfermedades, no se renueva y la tierra se encharca. Nada surge de ahí salvo lo malo y lo perjudicial. Decía el shaykh Hassan Cisse (ra) que quien no es manantial y prefiere ser charca en lo espiritual se corrompe rápido, su ego crece en exceso y ataca a su corazón.
El corazón necesita la moderación y poco de todo, pues es muy frágil. Esa carencia la suple con la semilla, el hubb (amor), que crece lentamente con la poca agua. Es la semilla del Jardín. Para que esté purificado hay que mantener lo excesivo lejos de él, hay que trabajar el recuerdo del Altísimo y saber que Él es Suficiente (Kafy), con Él basta. Poco más necesitamos, algo para vivir, pero sin excesos. Dice Él, Altísimo y Generoso, en el Corán: «¡Establece la azalá! Pues, en verdad, la azalá previene de los excesos. Y ¡más grande es aún el recuerdo de Allah! Y Allah bien sabe lo que hacéis» (Corán 29: 45).
Por eso, la ‘ibada no necesita nunca de excesos, sino que necesita el momento justo y la disposición plena. Lo demás excede, puede complementar, pero puede distraernos. En la azalá no necesitamos bellas alfombras ni mezquitas de mármol, sino nosotros solos ante Allah con el corazón en quibla hacia Él. En el ayuno, y sobre todo tras él, no necesitamos un banquete opulento, sino alimentos que nos den vigor y nos hagan dar las gracias. En el azaque y la sadaqano necesitamos mostrar cuanto damos y que nuestra generosidad es la más grande, sino darlo en silencio y con intención (niya’). En el Hajj no se necesitan hoteles de cinco estrellas ni vuelos en bussines, tan solo un paño blanco que nos cubra y nos recuerde lo frágiles que somos ante la Realidad. La ‘ibada es la que mejor recoge este hadiz de la Sunna: huyamos de la falsa opulencia y de las abundancias que alimentan nuestros deseos, nos baste con Allah, Altísimo.
Cuán difícil es esto, queridas hermanas y queridos hermanos, en este reino de los sentidos donde nuestro «yo quiero» manda sobre todas las cosas. Nuestro camino es encontrar el punto medio (wasit) y mantenerlo, acordándonos, pues, de aquella aleya del Corán que dice: «Luego de esto, se endurecieron vuestros corazones volviéndose como rocas o aún más fuerte en su dureza. Y, en verdad, hay piedras de las que emanan ríos, otras se quiebran y de ellas el agua sale, y otras que se rompen por humildad ante Allah. Y Allah atento está a lo que vosotros hacéis» (Corán 2: 74).
Por eso, esforcémonos en recordar, reconocer y saborear lo que Allah, Altísimo, nos otorga. Quiera Allah darnos ese punto medio. Quiera Allah aplacar el deseo de nuestros corazones. Quiera que nuestra ‘ibada sea el antídoto para los ídolos materialista de nuestro mundo. Quiera Allah que solo Él nos sea suficiente. Quiera Allah darnos Allah.
Pidamos a Allāh luz y salām para ser agradecidos con su creación y superar los miedos al poder auténtico que debe regir en nuestros corazones.
Pidamos a Allāh que, a través de la pureza, incremente nuestro imān, limpie nuestros corazones y los llene de luz muhammadiyya.
Pidamos Allāh que purifique el alma de nuestros antepasados, la nuestra, la de nuestros padres y la de todos los creyentes.
Dicho esto, pido a Allāh bendiciones para todos. Que nuestras palabras estén bajo la obediencia a nuestro rabb, el señor de los mundos.