Las alabanzas más excelsas son para Allāh, el altísimo, el creador, quien inicia y quien moldea las formas de lo visible y lo invisible. La ṣalāt de Allāh y su salām sea sobre aquel que abre, s

Queridas hermanas, queridos hermanos hoy nos toca hablar de Nuh (as). Hemos hablado de tantos profetas, de aquello que fueron los padres del islam como Ibrahim (as) y Musa (as); de aquellos que practicaban la buena gobernanza como Dawud (as), Sulayman (as) y Dhul-Qarnain (as); de aquel que vino a preparar el camino para sayyidina Muḥammad ﷺcomo fue ‘Isa (as); y hoy nos toca hablar de un gran hombre que fue el último hombre de su generación que sobrevivió, el profeta Nuh (as).

Quizás no tan presente en nuestros imaginarios como los otros, Nuh (as) es un personaje que se hunde en el principio de los tiempos, que nos habla de un mundo descuidado que fue purificado y que como él, solo tras haber purificado sus intenciones, fue salvado y sobre él recayó el volver a construir el mundo.

Nuh (as) es el correlato de Adam (as) en un tiempo imperfecto, en un segundo momento de la humanidad. Adam (as) construyó un mundo nuevo tras la salida del paraíso, Nuh (as) lo hizo tras la debacle que produjeron los seres humanos ebrios de nafs (ego) y de idolatría (shirk) los cuales no oyeron los dictados de Allāh, el altísimo. Ambos, khalifas de Allāh, tienen que construir un mundo nuevo, una sociedad con esperanza. Y en lo que Adam (as) es ayudado por los ángeles, Nuh (as) ya no dispondrá de ello pero será él quien comience a ver que la naturaleza no solo está regida por Allāh, el altísimo, sino que no hay que utilizarla a beneficio propio. Somos los responsables de ella.

Su profecía se basa en la ética para con el otro y la lealtad hacia el Altísimo. Su rol es del cuidado. En su arca él introduce, por mandato del altísimo, a los animales, a su familia para pasar del desierto al desbordamiento, de un extremo a otro. Ambas tan llenas de vida, ambas tan imperceptibles para los pobres ojos de otros.

Nunca cesó Nuh (as) de pedir que la gente oyese el mensaje, fuese humilde y buena, respetara a los otros y no creyera que ellos representan el centro del mundo. Y ante esto los otros solo le insultaron, le atacaron y le acusaron de brujo (Corán, 11:31). La mala visión de esta gente que confundieron el mandato de Allāh con el mandato del nafs (ego), que vieron en Nuh (as) a un brujo cuando era un profeta. Creyeron que fueron los demonios, los mismos que susurraban a sus oídos, quienes inspiraron a Nuh (as) cuando fue un ángel. Y es porque a veces nosotros no somos capaces de ver lo evidente y preferimos la comodidad a confrontar la realidad imperfecta como hizo Nuh (as).

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Si algo me impresiona de la historia de Nuh (as), queridas hermanas y queridos hermanos, es su du‘a. El du‘a es la base del islam, sin él es imposible desarrollar una espiritualidad plena, puesto que no se trata de pedir por pedir, sino de proyectar una necesidad de orden hacia Allāh, que exaltado sea su nombre, y que él la acepte. A lo largo de la historia profética muchos du‘a pareciere que no han sido aceptados por Allāh, o al menos respondido. En el caso de Nuh (as) lo es y su experiencia porta un signo (mithāl) para que la humanidad sea consciente de ello.

El du‘a de Nuh (as) se narra en el Corán junto a su alabanza:

Y así nos invocó Nuh y se le contestó de excelente manera. Y le salvamos a él y a su gente de un gran pesar, e hicimos que su semilla se multiplicase y dejamos sobre él en las siguientes generaciones: «Paz sea sobre Nuh en todos los mundos». Y así nosotros recompensamos a los virtuosos, pues ciertamente él estuvo entre nuestros sirvientes que creyeron. (Corán 37: 75-81)

Su du‘a no fue solo por él de forma egoísta, fue porque la creación se mantuviese en máximo orden, en máximo equilibrio. Para que la protección fuese a aquellos que eran conscientes de la realidad y que no estaban ciegos. Y así hay que hacer el du‘a, buscando la máxima amplitud pero esperando lo justo para nosotros.

La recompensa de Nuh (as) a este du ‘a no solo fue su salvación física, sino la propagación de su herencia. Y en el Corán se usa el término al-bāqiyin que proviene de la raíz ba’qafya. Esta raíz es una de estas que se abren expandiéndose, floreciendo porque esa semilla, esa descendencia es lo que Allāh quiere que permanezca para nosotros, pero es también lo que permanece vigilante o lo que muestra la raḥma (misericordia potencial) eternamente a otros a través de los siglos.

Me parece tan bella esta última acepción/interpretación porque todos llevamos esa cadena (silsila) de raḥma dada de Allāh, el altísimo, a Nuh (as) porque el auténtico sentido de ser descendientes de Nuh (as) es revivificar (ihya) la raḥma que Allāh le dio para sobrevivir a un diluvio, a una excesiva purificación. Este símbolo, casi olvidado en la comunidad, es más necesario que nunca y junto a él la necesidad de du‘a sincero al Altísimo. Siempre oye, siempre da y su raḥma es para nosotros. Somos afortunados de provenir de la semilla de Nuh (as) y debemos ser dignos de este linaje.

Así que cuando parezca que nuestro mundo se corrompe y que un gran diluvio llega a nuestras vidas, sed conscientes e invocad al Rabb al-‘alamīn (El Señor de los mundos), como hizo Nuh (as), con humildad y conciencia (taqwa). Que Él disponga un arca simbólica para nosotros y revivamos la Sunna de Nuh (as) en esos momentos de dificultad e incertidumbre.

Queridas hermanas y queridos hermanos pidamos a Allāh, el altísimo, que alcancemos una mínima parte de la Sunna y el maqām (el lugar espiritual) de Nūh (as). Que como él confiemos en Allāh y que tengamos una voz fuerte para invocarle. Que la salvación sea en nuestro corazón y no seamos arrastrados por la vivificante agua del diluvio…

Pidamos a Allāh, el altísimo, y la luz de su Mensajero ﷺ para que nuestros corazones no se consuman en el fuego de la inmediatez y las palabras, antes de atisbar la plena realidad (ḥaqq bi-l ḥaqq).

Pidamos a Allāh luz y salām para ser agradecidos con su creación y superar los miedos al poder auténtico que debe regir en nuestros corazones.

Pidamos a Allāh que, a través de la pureza, incremente nuestro imān, limpie nuestros corazones y los llene de luz muhamadiyya.

Pidamos Allāh que purifique el alma de nuestros antepasados, la nuestra, la de nuestros padres y la de todos los creyentes.

Dicho esto, pido a Allāh bendiciones para todos. Que nuestras palabras estén bajo la obediencia a nuestro rabb, el señor de los mundos.