Las alabanzas más excelsas son para Allāh, el altísimo, el creador, quien inicia y quien moldea las formas de lo visible y lo invisible. La ṣalāt de Allāh y su salām sea sobre aquel que abre, sobre aquel que sella, sobre aquel que mantiene el absoluto valor y es digno de alabanza; sea, igualmente, sobre sus gentes y sobre sus compañeros en la excelencia hasta el día del juicio.

As-salām ‘alaykūm wa raḥmatullāh wa barakatuhu,

Vivimos momentos de reclusión (khalwa). Allah, el altísimo, nos ha dado momentos para pensar sobre nuestro mundo, sobre nuestras acciones y sobre nosotros. Tras el dolor, la ansiedad y el miedo, tiene que venir un tiempo de ser consciente del mensaje que subyace tras todo esto: liberarnos.

Queridas hermanas y queridos hermanos estamos ante un tiempo nuevo dentro del eterno tiempo de Allāh, que exaltado sea su nombre, pues Él dice en el ḥadīth: «(…) Yo soy el tiempo. En Mis manos está la decisión: cambio la noche por el día» (Sahih Bukhari, 65: 4826). Como es señor de Mundos (Rabb al-‘alamīn) y como será hasta el día del juicio (yawm al-dīn) en el que todos seremos retribuidos. Así que no debemos temer lo que ocurre, pero si debemos plantear como mejorar, como lograr más luz (nūr), como parecernos más a nuestro amado Profeta ﷺ y hacer nuestra vida más sencilla y bella.

Porque habíamos perdido la belleza, nuestro mundo apostó por el humo y la fealdad. Porque cambiamos lo espiritual (ruḥaniyya) por lo material (dunya), reduciendo a valor moral y transacción la plenitud de la vida. Porque olvidamos el verdor del paraíso (janna) deseando el verde pálido del dinero a cualquier precio físico o moral, transformamos los árboles en billetes y con ellos quisimos comprar la libertad. ¡Vana libertad! Nunca lo fue, porque la libertad es de Allāh y Él, que exaltados sean sus bellos nombres, ¡se las da a quien quiere! Dejó de interesarnos la luz y preferimos un claroscuro que no supimos entender y lo rellenamos de luces artificiales… y entonces nuestro mundo, como tantas otras veces, se tambaleó.

Un ser sin vida, un virus, amenaza a nuestro frágil mundo. ¡Que paradoja! Nosotros que éramos indestructibles, que creímos dominar técnica y conocimiento, que nos supimos casi inmortales, cuando estábamos siendo realmente inmorales, estamos amenazados por un ser invisible… Nuestro nafs (ego) es incapaz de protegernos y el miedo se apodera de nosotros, asfixiando nuestra alma, al ver que somos poco menos que un cristal frágil y que la llama que prende en nosotros puede apagarse.

Y, alḥamdulillāh, que muchos sienten la vertiginosa taqwa (conciencia) de Allāh por primera vez en años. La mirada de Allāh, que exaltado sea su nombre, aparece para advertirnos. Y, curiosamente, se nos envía a recluirnos (khalwa) para que meditemos… Pues es una de los significados indirectos de esta reclusión, junto con el retomar la responsabilidad y el bien común (maslaha). Y, ¿sabéis quien experimentó un gran cambió en su vida de esta manera? Pues nuestro amado profeta Muḥammad ﷺ. Su mundo, su percepción y su vida cambió cuando un Ramadán, recluido en la cueva de Hira, le fue entregada la revelación. Se convirtió en Mensajero de Allāh ﷺ y portó una nueva para la humanidad. Convirtámonos en creyentes sinceros que esperan y difunden buenas nuevas.

No podemos pretender nosotros portar una buena nueva de tan alto rango, pero si que acoger guardar en nosotros pequeñas verdades que podemos desarrollar en estos días de soledad, de silencio, de sueños y de recogimiento… Un purificar de nuestro corazón en la incertidumbre, un esquivar los ruidos que perturban nuestro corazón como esquivamos el virus que perturba nuestro cuerpo.

***

Nos acercamos a Ramadán, un mes sagrado, donde prima lo social pero también la reclusión. Nos recluimos (khalwa) durante el día, nos entregamos a la verdad absoluta y, entonces, sentimos y recordamos (dhikr) lo esencial. Nuestro cuerpo se purifica como lo hacen nuestras palabras. No hay hambre sino un incremento de la conciencia plena. ¿Os imagináis que es eso? No existe mayor bendición que esos ayunos de comida y palabra. Nos nutre la luz (nūr) del Profeta ﷺ.

Pareciese que Allāh nos ha dado este año un regalo antes de Ramadán. Podemos llegar a esta fecha habiendo reflexionado, habiendo hecho du‘a (petición) sincero ante lo que queremos. Para que este año seamos más conscientes que la privación es bendición y que la libertad solo corresponde Allāh, que exaltado sea su nombre.

Plenos de sinceridad debemos saber que la reclusión (khalwa) es una práctica temporal, que Allāh nos va a exigir pronto acción y verdad en nuestras vidas, que esa voluntad incubada en la espera tiene que materializarse en los próximos meses. Ya no hay hueco para el egoísmo, no hay hueco para el individualismo, no hay hueco para el materialismo. Hay que romper esos ídolos y aferrarnos al poder de la espiritualidad, de nuestro dīn que Allāh en su inmensa gloria ha dispuesto para todos nosotros.

Conozcamos, como creyentes sinceros, en estos tiempos de khalwa para ser libres, para salir de la reclusión sabiendo como tenemos que actuar. Queridas hermanas, queridos hermanos tenemos una oportunidad de reflexión sincera: ¡aprovechémosla! Pero tampoco quedemos aislados de la creación que el Altísimo nos ha dispuesto.

Porque al salir de nuestra khalwa se debe notar nuestra reflexión, nuestro cambio, nuestra nueva vida. Por eso nos, es tan importante el dhikr, recordando sinceramente a Allāh, porque como decía el shaykh al-Akbar, el gran Ibn ‘Arabi (ra): «Multiplicad el dhikr hasta que no haya más realidad que Allāh y verás la facilidad de todo».

En ese camino de recuerdo, acogimiento y apertura de corazón alcanzaremos, encontraremos, la plena libertad. Aquella que solo se gana en Allāh, conociéndole. Libertad mental para no ser dogmáticos, libertad para con los otros en forma de responsabilidad, libertad para con Allāh. ¡Que Allāh nos de Allāh! ¡Que su luz (nūr) fluya desbordada (fayḍa) sobre la tierra para liberarnos!

Hacemos, de nuevo, un du‘a muy especial por todos aquellos que sufren y tienen miedo en estos días de incertidumbre a lo largo de la faz de la tierra. Para que la paz (salām) sea sobre todos ellos y encuentre el camino de la confianza (amāna) más sincera. ¡Oh, Allāh! Danos tu completo shifā’ y reduce nuestro temor para que podamos ver más allá de la niebla la luz que emerge desde tu qibla en Oriente. Así te lo pedimos desde el corazón cuerdo (qalb) y desde el corazón amante (fuad). Amen.

Pidamos a Allāh, el altísimo, y la luz de su Mensajero ﷺ para que nuestros corazones no se consuman en el fuego de la inmediatez y las palabras, antes de atisbar la plena realidad (ḥaqq bi-l ḥaqq).

Pidamos a Allāh luz y salām para ser agradecidos con su creación y superar los miedos al poder auténtico que debe regir en nuestros corazones.

Pidamos a Allāh que, a través de la pureza, incremente nuestro imān, limpie nuestros corazones y los llene de luz muhamadiyya.

Pidamos Allāh que purifique el alma de nuestros antepasados, la nuestra, la de nuestros padres y la de todos los creyentes.

Dicho esto, pido a Allāh bendiciones para todos. Que nuestras palabras estén bajo la obediencia a nuestro rabb, el señor de los mundos.

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