Las alabanzas más excelsas son para Allāh, el altísimo, el creador, quien inicia y quien moldea las formas de lo visible y lo invisible. La ṣalāt de Allāh y su salām sea sobre aquel que abre, sobre aquel que sella, sobre aquel que mantiene el absoluto valor y es digno de alabanza; sea, igualmente, sobre sus gentes y sobre sus compañeros en la excelencia hasta el día del juicio.

As-salām ‘alaykūm wa raḥmatullāh wa barakatuhu,

Queridas hermanas, queridos hermanos, es tiempo de observar. Este mes de Sha’ban toca observar el campo, que comienza a florecer, que plantamos en el mes de Rajab. Mes primaveral en lo espiritual, vemos como crece la cosecha que hemos de segar en el mes sagrado de Ramadán. Tan simbólico…

Este mes es un mes de observar como nos encaminamos hacia un mes especial, de silencio, de recogimiento de recuerdo. Estamos en transición y nos tenemos que preparar progresivamente para lo que viene. Pero a menudo nos olvidamos de ese observar y del significado de este mes antes del más bendito. Recoge Tirmidhi un bello ḥadīth narrado por Abu Hurairah (ra) en el que dijo nuestro bello Mensajero ﷺ :

«Contad en Sha’ban cada movimiento de la luna, hasta que llegue Ramadán» (Jami’i Tirmidhi, 736).

Es precisamente volver a observar el cielo y ver que, tras el ciclo de la luna, que inexorablemente pasa, el Ramadán y sus bendiciones se acercan, pero hay que observarla con atención. Esto está relacionado con otro ḥadīth que se halla en el Mishkat al-Masabih (1976) en el que se nos advierte que es la luna de Sha’ban la que va a determinar el inicio del mes de Ramadán. El cielo, como bien sabían los maestros antiguos, refleja siempre la rahma de Allāh, el Altísimo.

Otra tradición profética, también en el Mishkat al-Masabih (1306-1307) y narrada por ‘Aisha (ra), nos habla que es en la luna llena de este mes cuando Allāh hace olvidar sus errores a aquellos que en Él, exaltado sea su nombre, tienen plena confianza. La luna llena, la luz antes de Ramadán, sirve para que Allāh nos purifique y nos ayude a proseguir. Una rahmaque nos invita a pensar, a reflexionar sobre todo lo que tenemos. Por eso nuestro Profeta ﷺ nos dijo que no ayunáramos en Sha’ban a partir de su luna llena (Bulugh al-Maram 5:691). Todo esto es luz de Allāh en la noche oscura.

Así, este mes de espera trae un tesoro, un gran tesoro, que pocos advierten enfocados en el Ramadán y en lo evidente… Pues en el silencio y en lo aparentemente creciente hay tantas bendiciones que a veces no observamos. Una preparación para lo que ha de venir.

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Queridas hermanas, queridos hermanos la base de todo esto es observar, mirar con calma, contemplar. Algo que, desafortunadamente, no es muy normal en nuestra sociedad de miradas fugaces y virtuales. Miradas apresuradas que no contemplan el devenir de la luna, del campo, de nuestras vidas. Reducimos nuestra vida a simples y vacíos impulsos, a entrecortada respiración y a inmediata acción. No somos conscientes que Allāh desea un presente eterno para nosotras y nosotros.

Por eso, Sha’ban es un mes de dhikr, de recuerdo, en el que tenemos que bajar el ritmo de nuestra vida y contemplar nuestro entorno. Ver las transformaciones que durante meses ocurren en nuestros corazones, caminar aferrados en conjunto esperando a que llegue el mes de la purificación física y del descenso del Libro. Se dice que Ramadán es mejor que mil meses, pero si la purificación que Allāh, el Altísimo, hace en Sha’ban poco podríamos hacer.

¿Por qué no recordamos todo nuestro año? ¿Por qué no, ante la luna llena de este mes, reflexionamos ante nosotros mismos? ¿Por qué no hacemos dhikr este mes implorando a Allāh que nos haga olvidar los errores en los que incurrimos? ¿Por qué no transformamos nuestra propia vida?

El modelo de vida profética, la Sunna, nos invita siempre a ello, pero en sus narraciones es cierto que el propio Profeta ﷺ hay algo muy especial que puede transformarnos y ser el comienzo de un nuevo caminar. Una transformación que puede darnos independencia fascinante frente al dunya, aferrados en Allāh y los ejemplos de Muḥammad ﷺ. Siempre es tiempo de cambiar, pero aún más con la luna de Sha’ban que Allāh, que exaltado sea su nombre, a puesto para nosotras y nosotros.

La Sunna no se construye leyendo o escuchando discursos, aparentemente, llenos de palabras, sino que se solidifica observando, recordando, con la intención. De poco sirve que “aparentemenos” ser musulmanes cuando no hay mirada atenta o recuerdo sincero. Seremos musulmanes estéticamente pero no de corazón. El islam, que en el fondo es vivir pacificado, no es otra cosa que el dhikr (recuerdo) de Allāh observando el mundo que creó, tan perfecto, tan incomprensible… ¡Y creemos contenerlo con nuestro limitado intelecto (‘aql)!

Saboreemos (dhawq), queridas hermanas y queridos hermanos, este sabor de Sha’ban que se manifiesta ante nosotros, construyamos en base a la ghafara (el olvido de los errores) un mundo mejor y más junto. Olvidémonos del miedo y el vacio estéril que transmite el dunya. Por eso, Allāh, que exaltado sea su nombre, dispuso la luna llena de Shab’an para dejarnos purificados antes de Ramadán y vivirlo en plenitud.

Quiera Allāh que la luz de su luna de Shaba’an purifique nuestro corazón cuerdo (qalb) y nuestro corazón amante (fuad) y que sobre nosotros rija el corazón profundo (lubb). Quiera Allāh que este mes nos permita ver como crece lo bueno que plantamos en Rajab y nos de fuerzas para cosecharlo en Ramadán. Quiera Allāh que, infundidos de todas las bendiciones y el recuerdo, podamos construir un mundo mejor y con plenitud. Quiera Allāh abrir las puertas para vivir un pleno Ramadán. Amen.

Así, pidamos a Allāh, el Altísimo, y la luz de su Mensajero ﷺ para que nuestros corazones no se consuman en el fuego de la inmediatez y las palabras, antes de atisbar la plena realidad (ḥaqq bi-l ḥaqq).

Pidamos a Allāh luz y salām para ser agradecidos con su creación y superar los miedos al poder auténtico que debe regir en nuestros corazones.

Pidamos a Allāh que, a través de la pureza, incremente nuestro imān, limpie nuestros corazones y los llene de luz muhammadiyya.

Pidamos Allāh que purifique el alma de nuestros antepasados, la nuestra, la de nuestros padres y la de todos los creyentes.

Dicho esto, pido a Allāh bendiciones para todos. Que nuestras palabras estén bajo la obediencia a nuestro rabb, el señor de los mundos.

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